ROMA-L’incredibile lettera di un’antica donna romana alla sorella-
Lettera-antica-donna-romana -British Museum/Art resource, NY
Tempo fa è stato trovato e tradotto un invito di compleanno mandato da un’antica donna romana, moglie del comandante del forte di Vindolanda – Gran Bretagna – alla sorella.
La regione a quel tempo era ancora più fredda ed umida di oggi. Spesso chi veniva inviato qui, ai confini dell’impero, poteva aver la sensazione di essere isolato ed esiliato dalla lontana, potente e lussuosa Roma.
Ciò non impediva ai romani di sentirsi tali; un fatto dimostrato dal ritrovamento di numerose ville e strade costruite proprio da questo popolo. Anche lo stesso forte militare ci ha consegnato ampio materiale sulla vita di tutti i giorni dei romani.
A partire dal 1973, gli studiosi hanno cominciato a trovare frammenti di tavolette coperte di scrittura corsiva romana e sature d’acqua. Una volta conservate e decifrate, è stato possibile osservare rari dettagli della vita quotidiana e il funzionamento del forte; liste dei rifornimenti necessari, tra cui la pancetta, le ostriche, e il miele; la lettera di un soldato che scrive da casa e dice che ha inviato più calze, sandali, e biancheria oltre a descrivere i nativi britannici.
Tra le tavolette-i più antichi documenti scritti a mano in Gran Bretagna-sopravvive un invito dalla moglie del comandante del forte a sua sorella per una festa di compleanno, incredibile per la semplicità e la somiglianza oltre alla sua attualità nell’uso delle parole.
La lettera
“Claudia Severa alla sua Lepidina, saluti. Questo 11 settembre, sorella, per la celebrazione del mio compleanno, ti ho inviato un caldo invito per essere sicura che tu verrai, così da rendere la mia giornata migliore se tu sarai presente. Porgi i miei saluti al tuo Cerialis. Il mio Aelius (Elio) e mio figlio ti inviano i loro saluti. Ti aspetto sorella. Saluti, sorella, anima a me più cara, che spero prosperi e possa salutare. A Sulpicia Lepidina, moglie di Cerialis, da Severa.” La Moglie di Aelius, Claudia, fece probabilmente comporre da qualcun altro la lettera, elemento che sembra emergere dalla professionalità con cui è scritta la missiva. Sembra esserci però anche una parte del messaggio scritta direttamente da Claudia quando si legge: Ti aspetto sorella. Saluti, sorella, anima a me più cara, che spero prosperi e possa salutare”. Questo passaggio, seppur breve, rappresenta il primo testo conosciuto scritto da una donna romana in latino.
Sinossi-1911: la Triangle Waist Company di New York occupa i tre piani più alti dell’Asch Building di New York. La compagnia produce camicette e occupa circa 500 lavoratori, in gran parte giovani donne immigrate. Il 25 marzo scoppia un incendio. I proprietari si mettono in salvo e lasciano morire le donne e gli uomini intrappolati. L’incendio fa 146 vittime di cui 129 giovani donne italiane e ebree dell’Europa orientale. 62 di loro muoiono lanciandosi dalle finestre.
Il racconto del più grave incidente industriale della storia di New York, per voce di una di quelle camicette che, esposta in una vetrina davanti al grattacielo, vede tutto e tutto sa. Le sue parole illuminano sulle condizioni di sfruttamento delle lavoratrici, ma anche sulle lotte per l’emancipazione delle donne.
L’incendio di New York in cui perirono 146 operai, fra cui 129 giovani e giovanissime donne immigrate dall’Italia, dalla Germania e dall’Europa orientaleraccontato da una prospettiva insolita
Lei le vide quelle giovani operaie gettarsi dall’ottavo, dal nono, dal decimo pia della Triangle Shirtwaist Factory, la fabbrica di New York andata a fuoco in quel 25 marzo del 1911.
Lei, la voce narrante, è una di quelle camicette esposte in una vetrina di un negozio davanti al palazzo della manifattura. Da lì vede tutto e tutto sa. Il suo racconto illumina sulle condizioni di sfruttamento delle lavoratrici, ma anche sulle lotte sindacali e politiche che le donne in quegli anni stanno conducendo.
Per mille camicette al giorno ha sullo sfondo l’incendio di una fabbrica tessile di New York. Le operaie immigrate dall’Italia, dalla Germania e dall’Europa orientale muoiono arse vive, per asfissia, per i traumi riportati o per essersi gettate dall’ottavo, nono e decimo piano dell’Asch Building, sotto lo sguardo scioccato dei passanti.
Venduta e avvolta nella velina, alla fine lei attraversa l’oceano per approdare in Sicilia, quella terra che molte di quelle operaie avevano lasciato in cerca di una vita migliore.
Serena Ballista e Sonia Maria Luce Possentini scrivono un libro “per”: per riflettere sulle morti bianche, per ragionare sullo sfruttamento sul lavoro, per mettere a confronto passato e presente, per ricordarci di quando i migranti eravamo noi e infine per regalarlo insieme a una mimosa, da sempre simbolo di lotta politica delle donne.
Alaíde Foppa, la heroína desaparecida-Poeta, editora, traductora, feminista, activista y defensora de los Derechos Humanos, Alaíde Foppa escribió desde su propia vida con la contundencia de quien quiere transformar con la palabra. Gabriella Borrelli analiza la poesía de esta escritora desaparecida durante la dictadura guatemalteca de Romeo Lucas García. Ilustra Aymará Mont.
Alaíde Foppa, la heroína desaparecida-Poeta, editora, traductora, feminista
Hay vidas que son como un grito. Un grito que permanece en el aire por décadas, no ensordecedor sino potente para sonar bien lejos. Esa necesidad de alzar la voz para atravesar continentes es una de las características de la poesía, la obra y la vida de Alaíde Foppa. Española de nacimiento, guatemalteca por decisión política y amorosa, pasó su infancia en Argentina y se formó en Italia. Poeta, crítica de arte, traductora, activista por los derechos humanos y catedrática universitaria, fundó un periódico fundamental para la historia del feminismo latinoamericano: FEM.
Ella se siente a veces
como cosa olvidada
en el rincón oscuro de la casa
como fruto devorado adentro
por los pájaros rapaces,
como sombra sin rostro y sin peso.
Su presencia es apenas
vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circundarla.
Quisiera ser siquiera
una naranja jugosa
en la mano de un niño
–no corteza vacía–
una imagen que brilla en el espejo
–no sombra que se esfuma–
y una voz clara
–no pesado silencio–
alguna vez escuchada.
Alaíde Foppa, la heroína desaparecida-Poeta, editora, traductora, feminista
La vida de Alaíde Foppa estuvo signada por el movimiento político de Latinoamérica. Lo personal y lo político borran sus límites (im)precisos cuando la militancia política se hace de los días y de la vida. Tres de sus cinco hijos pertenecían al Ejército Guerrillero de los Pobres, lo que a dos de ellos les costó la vida.
Cinco hijos tengo,
cinco caminos abiertos,
cinco juventudes,
cinco florecimientos.
Y aunque lleve el dolor
de cinco heridas
y la amenaza
de cinco muertes,
crece mi vida
todos los días.
Alaíde permanece aún desaparecida desde que en 1980 un grupo de inteligencia guatemalteca conocido como G-2 la secuestró una mañana en el centro de Ciudad de Guatemala.
Anatomía no es destino (1976):
Durante milenios la mujer ha sido considerada en función de su cuerpo y de su sexo: el parto, la crianza, la «satisfacción» sexual que puede dar al hombre, su intrínseca impureza determinada por las hemorragias, su efímera belleza, su condición de ser inútil y agotado cuando ya no es fecunda. Aún los llamados trabajos «femeninos», dependen sobre todo del cuerpo, pues son en su mayoría tareas «manuales». La mujer, por su parte, aceptó el papel que se le asignaba y, consciente de que su cuerpo era lo único importante que poseía, no pudo menos que dedicarle toda su atención, si deseaba valorar sus atributos; estuvo por lo tanto, casi siempre dispuesta a ser de uno u otro modo «objeto sexual». Hoy las cosas han cambiado, ya no se discute, por ejemplo, si la mujer tiene o no alma, como sucedió todavía en los primeros siglos del cristianismo oficial, y muchas mujeres desempeñan tareas que no son precisamente inútiles. Sin embargo, los estereotipos persisten y en una forma implícita se les sigue regateando a las mujeres el derecho –y el deber– de ser algo más que un cuerpo.
La idea de una poesía de combate, de verso corto y directo que la acompañara en su militancia se vuelve palabra. La presencia del romancero en algunos poemas atraviesa un castellano hecho del exilio, una lengua que puede dar cuenta del sueño latinoamericano de la revolución y también lanzar una línea histórica hacia los movimientos de mujeres revolucionarias.
«Mujer»
Un ser que aún no acaba de ser,
No la remota rosa angelical,
que los poetas cantaron.
No la maldita bruja que los inquisidores quemaron.
No la temida y deseada prostituta.
No la madre bendita.
No la marchita y burlada solterona.
No la obligada a ser buena.
No la obligada a ser mala.
No la que vive porque la dejan vivir.
No la que debe siempre decir que sí.
Un Ser que trata de saber quién es
Y que empieza a existir.
Alaíde nació en Barcelona en diciembre de 1914 y publicó: Poesías (1945), La sin ventura (1955), Los dedos de mi mano (1960), Aunque es de noche (1962), Guirnalda de primavera (1965), Elogio de mi cuerpo (1970) y Las palabras y el tiempo (1979).
«Un día»
Este cielo nublado
de tempestad oculta
y lluvia presentida
me pesa;
este aire denso y quieto,
que ni siquiera mueve
la hoja leve
del jazmín florecido,
me ahoga;
esta espera
de algo que no llega
me cansa.
Quisiera estar lejos,
donde nadie
me conociera:
nueva
como la yerba fresca,
ligera,
sin el peso
de los días muertos
y libre
ir por caminos ignorados
hacia un cielo abierto.
Elogio de mi cuerpo puede leerse como manifiesto poético y estético de un feminismo activo conectado con las luchas de liberación latinoamericanas sin perder la búsqueda poética. Un corazón como puño en alto, una dulzura potente, una vida que vuelve.
«El corazón»
Dicen que es del tamaño
de mi puño cerrado.
Pequeño, entonces,
pero basta
para poner en marcha
todo esto.
Es un obrero
que trabaja bien,
aunque anhele el descanso,
y es un prisionero
que espera vagamente
escaparse.
Alaíde Foppa, la heroína desaparecida-Poeta, editora, traductora, feminista
BIOGRAFÍA
Alaíde Foppa nació en Barcelona, el 3 de diciembre de 1914, su padre era un periodista liberal argentino y su madre, Julia Falla, guatemalteca, provenía de una familia de ricos hacendados. Vivió en Argentina e Italia, donde cursó sus estudios de secundaria. Cursó el bachillerato en Bélgica, y la universidad en Roma, en el Departamento de Letras y de Historia del Arte. En 1943 llegó a Guatemala, y en 1944 asumió la nacionalidad guatemalteca. Colaboró activamente en la revolución, se casó con Alfonso Solorzano con quien vivió un primer exilio en México, fue docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México en la que ejerció la cátedra de literatura italiana y de sociología. Se trasladaron a París cuando su marido fue nombrado cónsul en la capital francesa. En 1950 regresó a Guatemala junto con su familia, pero cuatro años después tuvieron que salir nuevamente al exilio tras el derrocamiento del gobierno del coronel Jacobo Árbenz Guzmán en junio de 1954.
Durante la década de los años setenta algunos de sus hijos se involucraron con la guerrilla guatemalteca, específicamente con el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). En 1980 su hijo Juan Pablo, murió en Nebaj, su esposo murió atropellado en la Avenida Insurgentes de la ciudad de México.
En 1980, viajó a Guatemala a renovar su pasaporte guatemalteco vencido y el 19 de diciembre fue secuestrada en pleno día, se asumió que fue el gobierno del general Fernando Romeo Lucas García el que ordenó la desaparición y más tarde el asesinato de Alaíde Foppa, pero no pudo comprobarse. En 1999, su hijo mayor, Julio, residente en México, realizó una campaña internacional, para tratar de encontrar sus restos y a los culpables de su muerte.
Foppa fue pionera en el feminismo, en 1976 fundó la revista Fem, la primera revista semanal feminista de México. Colaboró también en el Foro de la Mujer, programa radiofónico transmitido por Radio Universidad en México durante varios años y se integró activamente a la Agrupación Internacional de Mujeres contra la Represión. También fue crítica de arte y en 1977 organizó en el Museo de Arte Carrillo Gil una exposición de mujeres artistas.
BIBLIOGRAFÍA
Poesía:
El ave Fénix: Las palabras y el tiempo (1945)
Poesías (1945)
La sin ventura (1955)
Los dedos de mi mano (1958)
Aunque es de noche (1959)
Guirnalda de primavera (1970)
Elogio de mi cuerpo (1970)
Poesía. Guatemala: serviprensa centroamericana (1982)
Ensayo:
La poesía de Miguel Ángel. México (1966)
Confesiones de José Luis Cuevas. México (1975)
Alaíde Foppa, la heroína desaparecida-Poeta, editora, traductora, feminista
Parole di carne e ossa : Alaide Foppa
Costa poco la parola, anzi, non costa nulla. Tanto, la si dice soltanto e dire non è fare. Dire non vale. Non è vincolante. Non è una promessa. Si può sempre tornare indietro, tanto l’ho solo detto. Siamo abituati a poter dire tutto ciò che vogliamo senza temere alcuna conseguenza e infatti diciamo tutto, siamo circondati di parole e produciamo in continuazione fiumi di parole, parliamo senza fine, senza pensare, scriviamo, leggiamo, pensiamo, le parole non ci lasciano mai in pace ( e nemmeno noi a loro concediamo un attimo di tregua), ci girano sempre intorno, le sentiamo, ma non le ascoltiamo e se le ascoltassimo, scopriremmo che il più delle volte non significano nulla. Tutto è possibile, tutte le parole sono permesse e in questo fiume traboccante le parole non si distinguono più.
Nell’arco di un’ora, si afferma tutto e il contrario di tutto, si parla, si mente, si dimentica ciò che si è appena detto ( e ciò che hanno detto gli altri ), tanto, dire non è fare, la parola non costa nulla e come tutto ciò che non ha un costo, vale poco. Mentre lentamente stiamo soffocando in quel mare di parole senza senso, prive di contenuto che produciamo in ogni istante, le nostre amate chiacchiere, in altre parti del mondo – e in altri tempi – per una parola sola, si può finire in carcere o addirittura perdere la propria vita. Lo so che questa non è una novità. Non è un’ affermazione originale, anzi, lo sanno tutti. Sto facendo del moralismo? E’ come quando si osa dire che noi mangiamo fino al vomito mentre altrove ogni trenta secondi si muore per mancanza di cibo? Non si può dire questo, perché tanto si sa? Perché tanto non cambia nulla. Perché tanto…
Ma non parlo della fame nel mondo. Parlo di chi ha perso la vita per aver detto la sua parola. Perché una parola non è solo una parola, ma è già un atto. Dire è fare. Ogni parola crea una nuova realtà. Dipende da noi.
(Questo non è un bel testo, non è scritto bene e non dice nulla di nuovo. Eppure non intendo limarlo. Non ho in questo momento alcuna voglia di scrivere un bel testo molto originale e very sophisticated, perché la mia stessa abilità di manovrare le parole, come di volta in volta conviene, mi spaventa. Mi è sospetta. Io, donna di lettere che ha condotto tutta la sua vita nella o con la parola, talvolta non mi fido più di me stessa.
Alaide Foppa : Tre poesie
Alaide Foppa (*1914) fu rapita il 19.12.1980 in Guatemala. Da allora non si ha più notizie di lei.
Nata in Italia da madre guatemalteca e padre argentino, trascorse la sua infanzia e gioventù in Italia e Belgio. Sposa Alonso Solórzano, un giurista che, negli anni ’50 fu membro di due governi in Guatemala. Nei tempi della dittatura, la famiglia chiede asilo politico in Messico.
Alaide Foppa fu una donna emancipata che, oltre ad occuparsi dei suoi 5 figli, fu poetessa, professoressa universitaria per italianistica, nonché traduttrice dei sonetti di Michelangelo, fondatrice della rivista “ Fem” e fondatrice di una cattedra per sociologia femminile all’università di città del Messico.
Nonostante la sua appartenenza alla borghesia, Foppa, una convinta femminista e al contempo una donna elegante dei gusti raffinati, si schiarò per la sinistra. Tre dei suoi figli appartenevano alla Guerillia guatemalteca. Poco tempo dopo che fu ucciso il suo figlio Juan Pablo, Foppa sparì insieme al suo autista.
Si presume che in Guatemala sono spariti durante gli anni delle vari guerre civili più di 45.000 persone.
Señor, estamos solos,
Señor, estamos solos,
Yo, frente a Ti:
Diálogo imposible.
Grave es tu presencia
Para mi solitario amor.
Escucho tu llamada
Y no sé responderte.
Vive sin eco y sin destino
El amor que sembraste:
Sepultada semilla
Que no encuentra el camino
Hacia la luz del día.
En mi pecho encendiste
Una llama sombría
¿Por qué señor,
no me consumes entera,
si no hay para tu amor
otra respuesta
que mi callada espera?
Signore, siamo soli
Signore, siamo soli
di fronte a Te :
Dialogo impossibile.
Grave è la tua presenza
per il mio amore solitario.
Ascolto la tua chiamata
e non so risponderti.
Vive senza eco e senza destino
l’amore che tu hai seminato:
seme sepolto
che non trova la via
verso la luce del giorno.
Nel mio petto hai acceso
una fosca fiamma.
Perché, Signore
non mi consumi tutta
se al tuo amore non c’è
altra risposta
che la mia silenziosa speranza?
Oraciòn
Dame, señor
un silencio profund
y un denso velo
sobre la mirada.
Así seré un mundo
cerrado:
una isla oscura;
cavaré en mí misma dolorosamente
como en tierra dura
Y cuando me haya desangrado
ágil y clara será mi vida
Entonces, como río sonoro y transparente,
fluirá libremente
el canto encarcelado.
Preghiera
Dammi, oh Signore,
un silenzio profondo
e un denso velo
sugli occhi.
E un mondo si chiuderebbe:
un isola oscura;
scaverò dentro me stessa dolorosamente
come nella terra dura.
E quando sarò dissanguata,
agile e chiara sarà la mia vita.
E come un fiume sonoro e trasparente
scorrerà liberamente
il canto imprigionato.
Ella se siente a veces
como cosa olvidada
en el rincón oscuro de la casa
como fruto devorado adentro
por los pájaros rapaces,
como sombra sin rostro y sin peso.
Su presencia es apenas
vibración leve
en el aire inmóvil.
Siente que la traspasan las miradas
y que se vuelve niebla
entre los torpes brazos
que intentan circundarla.
Quisiera ser siquiera
una naranja jugosa
en la mano de un niño
-no corteza vacía-
una imagen que brilla en el espejo
-no sombra que se esfuma-
y una voz clara
-no pesado silencio-
alguna vez escuchada.
Talvolta si sente
come una cosa dimenticata
nell’ angolo oscuro della casa
come frutto divorato di dentro
da uccelli rapaci,
come ombra senza faccia né peso.
La sua presenza è appena
una lieve vibrazione
nell’aria immobile.
Si sente trapassare dagli sguardi
e diventare nebbia
tra le goffe braccia
che la cingono.
Può darsi che voglia essere qualcosa,
un’arancia succosa
nella mano di un bambino
– non una buccia vuota –
un’immagine che brilla nello specchio
– non un’ ombra che svanisce –
e una voce chiara
– non il pesante silenzio –
qualche volta ascoltata.
( dallo Spagnolo di Susanne Detering)
Alaíde Foppa, la heroína desaparecida-Poeta, editora, traductora, feminista
libertà per Alaide Foppa
La pubblicazione in questa pagina di un articolo di Alaide Foppa “Quello che scrivono le donne” apparso su Fem n. 10 vuole essere un atto di solidarietà contro la violenza di cui la scrittrice guatemalteca è stata vittima.
Molti testimoni hanno assistito il 19 dicembre scorso al suo rapimento in Guatemala; hanno visto la sua macchina circondata, hanno visto Alaide trascinata via. Il governo guatemalteco si è limitato a “deplorare”, senza rispondere agli appelli lanciati dai parenti, dal Presidente del Messico, da “Amnesty International”, dai comitati sorti in Messico, in Francia e altrove per salvare Alaide. In Italia molti giornali democratici e il GR1 hanno denunciato questo rapimento; il Comitato italiano di solidarietà con le famiglie dei prigionieri politici e degli scomparsi in America Latina sta raccogliendo adesioni per un appello alla Commissione dei Diritti Umani delle Nazioni Unite. Ma ancora, a più di un mese di distanza, si ignora la sorte di Alaide.
Il Guatemala offre un quadro di violenza sistematica contro tutti i movimenti democratici e rivoluzionari, che appare tragicamente simile a quello, più conosciuto e documentato, del Salvador e di altri Paesi latino-americani. Negli ultimi anni il numero degli “scomparsi” è andato sempre crescendo e ormai spariscono dalle 20 alle 30 persone al giorno. Alaide è stata l’ennesima vittima di un regime che dà carta bianca alle più spietate formazioni di estrema destra.
Eppure Alaide non è iscrìtta a nessun partito, aon svolge -attività rivoluzionaria. E’ stata per lunghi anni innanzi tutto una poetessa, come testimoniano le sue traduzioni, le sue raccolte di liriche: “Poesias” del 1945, “Aunque es de noche” che ottenne un premio di poesia nel 1954, “La sin ventura” nel 1955 e infine “Los dedos de mi mano” del 1958, dedicato ai suoi cinque figli. Si tratta di poesie assai belle, in cui si può forse trovare l’eco della poesia italiana moderna (di Ungaretti specialmente) e dei mistici spagnoli; ma è certamente una poesia originale, frutto di un’esperienza unica, assai ricca e varia: la vita l’ha portata da un Paese all’altro. Alaide è nata a Barcellona da padre argentino, giornalista e scrittore di teatro e da madre guatemalteca. Dopo qualche anno in Argentina, Alaide trascorse in Italia l’adolescenza e la giovinezza: a Roma terminò gli studi universitari dedicati soprattutto alle letterature straniere e alla storia dell’arte italiana, che sono rimasti elementi basilari della sua raffinatissima cultura.
Lasciò l’Italia nel 1942 e dopo un periodo trascorso in Spagna, a Cadice, raggiunse il Guatemala, il paese della madre, dove Alaide ritrovava le sue radici più profonde. Era il tempo in cui il Guatemala usciva dalla lunga dittatura di Ubico e sembrava avviarsi, sia pure faticosamente e con gravi contraddizioni, verso un’evoluzione democratica. Il contatto con i problemi reali e scottanti di un Paese povero e sfruttato determinò una svolta negli interessi di Alaide, così umana e ricca di pietà: si dedicò all’alfabetizzazione, ai problemi dell’infanzia e delle donne. Nel 1945 sposò Alfonso Solorzano, fondatore dell’Istituto Gautemalteco della Sicurezza Sociale, e con lui, dopo qualche anno all’Avana e a Parigi, ritornò in Guatemala e vi rimase fino al 1954, anno in cui si trasferì in Messico con i figli per seguire il marito, che aveva dovuto abbandonare il Paese per la caduta del governo di Arbenz Gusmàn, di cui era stato collaboratore.
In Messico Alaide ha continuato la sua attività come insegnante all’Università autonoma del Messico (UNAM), come responsabile di un programma per la donna a Radio Universitaria e come condirettrice della rivista Fem. Nel 1975, in occasione dell’anno internazionale della donna a Città del Messico, è stato pubblicato un suo saggio intitolato “Feminismo y liberación”; recentemente infine ha pubblicato un libro sul pittore José Ruiz Cuevas. Qualche mese fa Alaide ha perduto, in un incidente stradale rimasto senza spiegazioni, il marito; precedentemente aveva perduto il più giovane dei suoi figli, forse assassinato in Guatemala. Priva di notizie di altri due dei suoi figli, il 18 dicembre scorso, si è recata in Guatemala consapevole dei rischi a cui andava incontro, per portar via — a quanto si dice — da quel paese così pericoloso, una nipotina di pochi mesi.
E’ atroce pensare quali saranno state le sue sofferenze, è difficile credere nella sua salvezza; solo si può sperare che questa donna straordinaria, che tante vicende ha superato con coraggio e con fede, riesca ad uscirne e sia restituita a tutti quelli che l’apprezzano e le vogliono bene.
Nel corso degli ultimi quindici anni, le donne hanno scritto più che in tutta la storia dell’umanità. Hanno pubblicato molti libri, ma hanno anche fondato un gran numero di riviste scritte da donne (alcune di breve durata, ma molte ancora viventi da 4, 5, 6 anni), e sono state più presenti che mai nel giornalismo quotidiano; il personaggio della reporter è diventato frequente e la carriera di Scienze di Comunicazioni è tra quelle maggiormente scelte dalle donne. Non è un fatto casuale, dato che si verifica parallelamente il crescente accesso delle donne agli studi — in particolare agli studi superiori — e la sua maggiore influenza in tutti i campi della vita sociale; però, poiché la parola è il mezzo per eccellenza per “esprimersi”, vale la pena di vedere ciò che le donne esprimono in questo campo. Siamo ancora lontane dalla famosa uguaglianza (non abbiamo bisogno di dire in che cosa e con ohi), ma se in qualcosa si nota il cambiamento è del fatto che la donna che -scrive è vista ogni giorno meno come un’eccezione. Da ciò non è più abitudine dire in suo elogio che una buona giornalista “scrive come un uomo”.
D’altra parte, per la scarsa partecipazione della donna agli affari del mondo, è proprio attraverso la scrittura che alcune cominciarono ad esprimersi da epoche lontane. Quella famosa “stanza tutta per sé” della quale parla Virginia Woolf -— condizione indispensabile per scrivere, negata all’immaginaria sorella di Shakespeare — la ebbero alcune privilegiate da prima del Rinascimento {e penso che anche Saffo l’aveva quando piangeva la sua solitudine); e il privilegio, vincolato ad una educazione eccezionale, offrì la maniera di riempire ozii aristocratici senza uscire dal nucleo domestico.
Le prime cose che scrissero le donne furono poemi d’amore e soprattutto poemi di solitudine e di nostalgia. Quella stanza tutta per sé, senza avere con chi dividerla, neanche la sentirono come un privilegio le poetesse dolenti: Marie de France, Beatrice de Die, piangono assenze, come le piangerà, due secoli più tardi, Cristina Pisano, e un po’ dopo la sfortunata Maria Stuarda, che scrisse in francese secondo i modelli di Ronsard e Du Bellay. Anche le italiane del Rinascimento scrissero poesie amorose e dolenti: Gaspara Stampa sogna con quella “notte più chiara del più chiaro giorno” vissuta con l’amato, e la severa Vittoria Colonna non smette di agognare il marchese che la lasciò vedova, sorda al platonico amore di Michelangelo. E’ un’eccezione tra le poetesse aristocratiche. Margherita, regina di Navarra e sorella di Francesco I di Francia, che non si limitò alla poesia amorosa, ma scrisse anche un libro di racconti ispirati dal modello di Boccaccio, il Decamerone {pubblicato recentemente anche in spagnolo), una commedia e varie opere di carattere religioso che, in quella prima metà del secolo XVI quando c’era la drammatica contrapposizione tra cattolicesimo e riforma, parlano di Uberi sentimenti religiosi. Non farò, ovviamente, “una galleria di scrittrici celebri attraverso i secoli”; solo desidero, nel ricordare qualche nome, segnalare perché scrivono quelle donne, perché quelle e non altre, e che cosa scrivono. La più immediata ed ovvia spiegazione alla prima sarebbe: scrivevano perché sapevano scrivere. Chi era in condizioni di scrivere alla fine del Medio Evo e durante il Rinascimento non era che il venti per cento delle donne (l’analfabetismo c’era anche tra gli uomini ma in misura molto minore). La formazione scientifica, filosofica, umanista, era, naturalmente, ancora più limitata; di modo che le poche che scrivevano e volevano dire qualcosa, erano le sue pene e i suoi abbandoni che potevano esprimere.
In ambienti aristocratici e chiusi incominciarono a scrivere anche le francesi del colto secolo XVII. E non è già poesia; e per lo meno, non solo poesia: molte lettere, pulite, eleganti, ingegnose, piene di succosi pettegolezzi e di tenere effusioni, come-quelle di Madame de Sévigné. (Daltronde, il genere epistolare sembra convenire specialmente alle donne, che salgono essere più immediate ed agili, meno convenzionali degli uomini nel dialogo scritto). E le donne scrivono anche lunghe novelle sentimentali e avventurose: quelle di Mademoiselle de Scudéry, per esempio (Clelia, scritta tra il 1656 e il 1660, comprende dieci tomi) in quel contesto mondano intellettuale che vive intorno alle “preziose”, le pedanti, le sapute, tanto acutamente criticate da Molière, non senza ingiustizia. Ciò che sembrava ridicolo al grande commediografo — e in qualche modo lo era — non era che il risveglio di un gruppo di donne che preferivano le lettere ai lavori domestici e avevano il coraggio di considerare il matrimonio come qualcosa di molto noioso e prosaico a paragone con le avventure letterarie. -La vita di salotto, incentrata sulla conversazione brillante, ingegnosa, intelligente e alimentata dalla presenza di donne che hanno queste qualità, nasce all’Hotel de Rambouillet e il suo eco giunge sino all’opera di Proust. Sottolineo che le donne scrivono, leggono, conversano spiritualmente, con maggior o minor ingegno, solo nei ceti privilegiati, e pertanto nelle società maggiormente sviluppate. Che qualcuna scriva singolarmente bene non cessa d’ essere un mistero, se si tratti di donne o di uomini.
Suor Juana, nel Messico coloniale e barocco, conferma la regola di una stanza tutta per sé, che nel suo caso fu più isolata di altre, ma meno suo: la cella. E nello stesso periodo non c’è in Spagna donna che possa compararsi a lei. Anche se basta alla Spagna avere avuto un secolo prima Teresa d’Avila. Il confronto fra le due suore mette in evidenza più differenze che somiglianze (Suor Jana così colta e… e Santa Teresa così immediata e ispirata); le unisce, invece, un elemento comune: tutt’e due dovettero lottare contro la burocrazia ecclesiastica. D’altronde, esse, come suore, si integrano anche al coro delle solitarie che cantano per amore.
Cosa succede nella nostra America spagnola dopo Suor Juana? Abbiamo, certamente, poetesse romantiche: alcune conosciute e riconosciute; molte anonime. La poesia, nel secolo XIX, è per le donne — come la pittura e l’acquarello e i fiori ricamati e “petit point”
— un amabile intrattenimento e uno sfogo permesso. Anche sono poetesse le prime donne che si mettono in evidenza nel nostro secolo: Delmira Agustini, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral… (E’, tra loro, la prima donna che riceve un premio Nobel). Donne, segnate, in maggiore o minore misura per la solitudine; e in un caso
— Alfonsina Storni — per il suicidio; in altre — Delmira Agustini — per essere vittima di un omicidio passionale (il marito si suicidò dopo averla uccisa). Romanticismo tardivo portato sino alle ultime conseguenze.
Sto facendo riferimento alla storia — e storie — solamente di ieri: Juana de Ibarbouru, è appena morta, e le altre, potevano vivere ancora gli ultimi anni di una lunga vita, se la propria non fosse stata così intensamente breve e mutilata. Quello che risulta evidente e che tra questo ieri così prossimo e l’oggi che è incominciato appena quindici anni fa, il cambiamento è radicale. Troppo presto ancora per fare il bilancio di quello che hanno scritto le donne, ovunque, in questo breve periodo; la critica o la semplice rassegna di novelle, poesie, saggi sociologici e antropologici, critiche letterarie, reportages che hanno scritto le donne riempirebbero parecchi libri. Ma, indipendentemente dalla quantità, forse è più importante segnalare qualcosa di nuovo: per la prima volta, le donne parlano di se stesse non soltanto per piangere solitudini e abbandoni, non soltanto per lamentare le ingiustizie sofferte (nel passato e nel presente), non soltanto per analizzare le leggi, i costumi, i pregiudizi vigenti nel mondo degli uomini, se non per affermarsi, per valorizzarsi in quanto donne. Mai più: “siamo uguali, vogliamo essere uguali” se non: “siamo diverse e ci piace essere diverse”. E non soltanto si rifiuta il supposto elogio di “scrivere come un uomo”, ma si pretende “scrivere come donna”.
Su tutta la gamma di uguaglianze e differenze, molto si è detto e forse manca ancora molto da dire. Precisamente il tema della scrittura femminile come tale è uno dei più discussi attualmente (di questo si parla in questo numero, rispetto a scrittrici francesi e italiane). E anche si è parlato di un’arte femminile, di una pittura femminista, etc. Rivendicazione del femminile che, come quasi tutte le rivendicazioni può portare ad eccessi, ma che ha le sue ragioni. Credo che il pensiero e la creatività artistica siano attitudini essenzialmente umane, che non ammettono la differenziazione del sesso. Ma questo non esclude che la donna, come qualcuno che viene da un altro continente — quello della oscurità e della dimenticanza — possa avere qualcosa da dire.
Molti pensano anche che le donne già stanno dicendo troppo, o scrivendo, o parlando troppo. E’ un vecchio rimprovero, tra l’altro, che si applicava agli innocui “chiacchiere di donne”, ma che in questi ultimi anni potrebbe anche essere giustificato… Deve intendersi, invece, che è spiegabile il desiderio di parlare, e anche l’eccesso delle parole, in chi ha mantenuto — salvo brevi intermittenze — un silenzio millenario.
(Da FEM – Publicación feminista tri-mestral – Voi. Ili – N. 10)
Alaide Foppa traduzione dì Maria Stella Conte
Alaíde Foppa, la heroína desaparecida-Poeta, editora, traductora, feminista
Alaíde Foppa, la malograda escritora
El 21 de diciembre de 1980, se conocía del secuestro de la escritora Alaíde Foppa, junto a su chofer en un céntrico sector de la ciudad hoy conocido como Plaza Barrios de la zona 1.
El 8 de julio de 1954 la Junta de Gobierno ordenó al Ministerio de Hacienda intervenir los bienes de ex funcionarios de los regímenes de los ex presidentes Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz Guzmán, entre quienes figuraba la escritora Alaíde Foppa de Solórzano.
Foppa dijo entonces que ocasionalmente había servido en forma gratuita en temas culturales al gobierno de Árbenz, por lo cual creía que su inclusión en la lista de congelamientos era injusta, pues algunos bienes los había heredado de su abuelo, Salvador Foppa.
El 23 de julio de 1954, Foppa de Solórzano solicitó la revisión de la lista de bienes congelados por la Junta de Gobierno. Explicó que los bienes congelados eran un centenar de libros, unos cuantos cuadros y un automóvil que le fue obsequiado por su madre valorado en Q600, y que los objetos hogareños los había adquirido en los primeros años de su matrimonio con el Alfonso Solórzano.
El secuestro
Foppa arribó a Guatemala procedente de México, donde residía desde hacía muchos años, luego de haber buscado asilo político junto a su esposo, el escritor Alfonso Solórzano. Alaíde llegó al país para celebrar la Navidad con su madre.
Los familiares indicaron que la escritora había salido de compras la mañana del 21 de diciembre de 1980 acompañada de su chofer, Leocadio Astún Chiroy, pero luego ya no se supo más de ellos.
Ambos fueron interceptados por desconocidos que se los llevaron con rumbo no establecido. Esa vez se asumió que había sido el gobierno de Fernando Romeo Lucas García había ordenado su desaparición, ya que la escritora era de ideología izquierdista.
Testigos informaron que Foppa de Solórzano caminaba por una céntrica calle de la ciudad, cuando repentinamente hombres armados le interceptaron el paso y fue obligada a subir al automóvil en el cual la esperaba su chofer y posteriormente ambos fueron llevados con rumbo ignorado.
Los que vieron lo ocurrido dijeron que escucharon cómo la escritora pedía auxilio, así como el momento en que los hechores la golpearon con sus armas y luego la introdujeron a la fuerza al carro.
Foppa gozaba de prestigio internacional, por lo cual el gobierno de México y otras organizaciones internacionales exigieron a Lucas García que investigara.
Estaba casada con el intelectual Alfonso Solórzano, un estrecho colaborador de Arévalo y Árbenz Guzmán.
Era madre del periodista Mario Solórzano Foppa, fundador del desaparecido telenoticiero Estudio Abierto, quien se vio obligado a salir del país debido a su ideología de izquierda.
La escritora realizaba periódicamente visitas a Guatemala invitada para dar conferencias en el Instituto Italiano de Cultura.
Hasta el 24 de diciembre de 1980, día de Nochebuena, el Juzgado Décimo de Paz a cargo del caso mantenían fuerte hermetismo del plagio.
30 de diciembre de 1980 el gobierno informó que se hacían todos los esfuerzo para dar con el paradero de los secuestrados y que los responsables eran elementos subversivos quienes trataban de agenciarse de dinero para financiar sus actividades pro comunistas.
El 2 de enero de 1981, luego de 12 días del secuestro, el paradero de Foppa aún continuaba en el misterio. A ese secuestro se sumaban el del gerente de Ginsa, Clifford Bevens, el de Héctor Aragón Malher, hijo del dirigente político del partido Movimiento de Liberación nacional Héctor Aragón Quiñonez; el de Estela Molina viuda de Luna y el del médico norteamericano Long Cumminings. El caso de Foppa nunca fue cerrado.
El 17 de junio de 2009, Julio Solórzano Foppa, de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala e hijo de Alaíde, fue sometido a una prueba de ADN para identificar los restos de su hermano Juan Pablo, quien murió en un enfrentamiento en Nebaj, Quiché, y que habían sido enterrados como XX en el Cementerio La Verbena, zona 7.
El de 21 de julio 2012 Julio dijo que denunciaría ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el secuestro de Alaíde. “Nosotros necesitamos saber qué paso con nuestra madre”, dijo, y que podría culpar a Donaldo Alvarez Ruiz, ministro de Gobernación de Lucas García.
Luego de la desaparición se corrió el rumor de que cuerpos paramilitares que operaban dentro del gobierno de Lucas García habían sido los responsables del hecho.
Hasta el momento se desconoce en dónde están sus restos, ya que las investigaciones nunca avanzaron.
Alaíde Foppa ,Poetessa guatemalteca.
Biografía
Alaíde Foppa nació el 3 de diciembre de 1914 en Barcelona España; era hija de Tito Livio Foppa, un periodista Argentino, y de la señora Julia Falla, una guatemalteca de familia acaudalada.
Vino a Guatemala a finales de la dictadura de Jorge Ubico. Cuando apenas tenía 19 años toma la ciudadanía guatemalteca y participa activamente en la la Revolución de 1944 como voluntaria en un hospital y en campañas de alfabetización.
Al ser derrocado Jacobo Árbenz se exilia en México junto con su esposo, Alfonso Solórzano. En el exilio nace Julio, uno de sus cinco hijos.
Durante el conflicto armado interno, Juan Pablo, otro de sus hijos, milita en el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), pero muere en Nebaj, Quiché, durante un enfrentamiento armado.
Al enterarse de la noticia, su padre, Alfonso Solórzano, quien se encontraba en Ciudad de México, sale a la calle y muere arrollado en la Avenida Insurgentes.
La obra de Alaíde
. La palabra y el tiempo
. La sin ventura
. Elogios de mi cuerpo
. Guiralda de primavera
. Ave Fénix, entre otras obras conocidas a nivel internacional
Halet Cambel archeologa turca “la Signora degli Ittiti”-
Halet Cambel archeologa turca scompare a Istambul il 12 Gennaio 2014 all ‘età di 97anni, è stata un’archeologa turca, anche la prima schermitrice turca e la prima donna mussulmana della storia a partecipare ad una olimpiade, rappresentò la Turchia alle Olimpiadi di Berlino del 1936. A lei si deve la scoperta di importanti testimonianze del regno degli Ittiti.
Halet Cambel archeologa turca
Halet Cambel archeologa turca era nata a Berlino nel 1916, terzogenita di Hasan Cemil Cambel, l’addetto militare turco per la Germania e un buon amico di Atatürk. In Turchia sarebbe tornata solo dopo la fondazione della Repubblica turca. E proprio la vicinanza del padre con Atatürk avrebbe modellato anche la famiglia della Cambel: Halet diventerà una donna cosmopolita, poliglotta e tollerante. Frequentò il Liceo femminile di Arnavutköy ad Istanbul. Dopo un periodo di formazione in Archeologia, Preistoria e Storia antica presso l’Università della Sorbona di Parigi, nel 1940 conseguì il dottorato. Nel 1946, insieme all’archeologo Helmuth Theodor Bossert, scoprì la cittadella fortificata di Karatepe alla quale dedicò tutta la sua vita. Sposò Nail Cakirhan, che l’aiutò a realizzare il primo museo turco all’aperto su progetto dell’ingegnere Turgut Cansever Oggi il museo si chiama: Karatepe-Aslantaş Acık Hava Müzesi. Alla Sorbona di Parigi studiò archeologia e lingue del Vicino Oriente (ittita, assiro, ebraico), all’epoca in Turchia quasi monopolio degli studiosi tedeschi. Tornata in Turchia, sposò Nail Cakirhan noto poeta di sei anni più vecchio di lei, con il quale avrebbe trascorso 70 anni della sua vita. Cominciò a lavorare come assistente alla facoltà di Lettere di Istanbul dove nel 1940 dove completò il dottorato. Nel 1947, nelle Montagne Taurus senza strade nella Turchia meridionale, è stata la co-scopritore della fortezza ittita a Karatepe. Halet Cambel è senza dubbio la più nota archeologa turca, oltre a essere stata la prima archeologa donna del Paese di Ataturk. Ha decifrato decine di iscrizioni ittite e ha diretto numerosi scavi diventando la massima specialista mondiale di ittitologia, da cui il soprannome di “signora degli Ittiti”. Insieme all’archeologo tedesco Helmuth Bossert dal 1947 diresse lo scavo di Karatepe, nel territorio di Adana (Turchia) ai confini della Cilicia orientale. Karatepe “Collina nera” ha restituito le rovine dell’antica Azatiwataya, cittadella di frontiera del regno tardoittita di Adana, Nei primi anni 1950, quando il governo ha cercato di spostare oggetti da Karatepe ad un museo, Cambel si oppose sostenendo di mantenere gli oggetti sul sito, I manufatti scavati avevano infatti bisogno di un ampio spazio coperto, dove poter essere restaurati, protetti ed esposti. Nel 1957 il governo acconsentì e nel 1960 fu completato un museo all’aperto, con alcuni rifugi progettati dal marito architetto.
^Halet Çambel & Asli Ozizyar, Karatepe – Aslantas, Azatiwataya, die Bildwerke, 2003 Mainz am Rhein, Verlag Philipp von Zabern, 2003, ISBN 3-8053-3085-5.
Anne Sexton,Bella e dannata, sexy e infantile, sposata e sciupamaschi, indifesa ed esibizionista, plurisuicida con un incrollabile senso dell’umorismo, fragile e carismatica, autodidatta e docente universitaria, atea e mistica, benestante signora drogata di torazina e alcolizzata, Anne Sexton (1928-1974) è stata la più scandalosa ed eversiva fra le madri fondatrici della “specie” culturale delle poetesse contemporanee.
«Esistono libri di poesia in cui è difficile separare il valore e l’autosufficienza del fatto estetico di per sé preso dal loro rilievo storico e culturale immediato. La raccolta delle “Poesie d’amore” di Anne Sexton è uno di questi» – il Corriere della Sera
Scritto all’apice della fama e del successo di poetessa “laureata” e di performer, “Love Poems” è il libro con il quale la Sexton approdò alla maturità stilistica e tematica. Qui si presenta la traduzione integrale di queste poesie d’amore che hanno dato alla letteratura angloamericana la sua prima eroina del sesso senza inibizioni e in una prospettiva imperdonabilmente femminile, con passione e sarcasmo, fervore e furore, sensualità e beffarda ironia. La rinascita del movimento femminista trova qui le parole, tenere e disperate ma in fondo fiduciose, del suo canto.
11 DICEMBRE
*
Poi a letto penso a te,
la tua lingua metà oceano, metà cioccolata,
penso alle case dove entri scivolando,
ai tuoi capelli di lana d’acciaio,
alle tue mani ostinate e
come rosicchiamo la barriera perché siamo in due.
Come vieni e afferri la mia coppa di sangue,
mi ricompatti e bevi la mia acqua salata.
Siamo nudi. Ci siamo spogliati
e insieme nuotando risaliamo il fiume,
l’identico fiume chiamato Possesso
e sprofondiamo insieme. Nessuno è solo.
—————————————————–Una sola volta
Una sola volta compresi lo scopo della vita.
Accadde a Boston, inaspettatamente.
Camminavo lungo il Charles
e vidi le luci duplicarsi, tutte
con il cuore al neon e vibrante,
spalancando la bocca come cantanti d’opera;
e contai le stelle, le mie piccole veterane,
cicatrici fiorite, e capii che stavo portando
il mio amore sulla sponda verde notturna, e in lacrime
aprii il cuore alle auto dirette a est e a ovest
e feci passare un ponticello alla mia verità
e la condussi a casa in fretta col suo fascino
e fino all’alba accumulai queste costanti
per scoprire poi che se n’erano andate.
L’estrosa abbondanza (Crocetti, 1997), a cura di R. Lo Russo, Satta Centanin A., E. Zuccato
Anne Sexton
Casalinga
Certe donne sposano una casa.
Altra pelle, altro cuore
altra bocca, altro fegato
altra peristalsi.
Altre pareti:
incarnato stabilmente roseo.
Guarda come sta a carponi tutto il giorno
A strofinar per fedeltà se stessa.
Gli uomini c’entrano per forza,
risucchiati come Giona
in questa madre ben in carne.
Una donna è sua madre.
Questo conta.
Rivista “Poesia” (n. 90, dicembre 1995), traduzione di Rosaria Lo Russo
Anne Sexton
Ero avvolta nella pelliccia
nera, nella pelliccia bianca
e tu mi svolgevi
e in una luce d’oro
poi m’incoronasti,
mentre fuori dardi di neve
diagonali battevano alla porta.
Mentre venti centimetri di neve
cadevano come stelle
in frammenti di calcio,
noi stavamo nel nostro corpo
(stanza che ci seppellirà)
e tu stavi nel mio corpo
(stanza che ci sopravviverà)
e all’inizio ti asciugai
i piedi con una pezza
perché ero la tua schiava
e tu mi chiamavi principessa.
Principessa!
Oh, allora
mi alzai con la pelle d’oro,
e mi disfeci dei salmi
mi disfeci dei vestiti
e tu sciogliesti le briglie
sciogliesti le redini,
ed io i bottoni,
e disfeci le ossa, le confusioni,
le cartoline del New England,
le notti di Gennaio finite alle dieci,
e come spighe ci sollevammo,
per acri ed acri d’oro,
e poi mietemmo, mietemmo,
mietemmo.
Poesie d’amore (Le Lettere, 1996),trad. it. Rosaria Lo Russo
Anne Sexton
Gesù dormiente
Gesù dormiva immobile come un giocattolo
e in sogno desiderò Maria.
Il Suo pene ululava come un cane
ma Egli si rivoltò bruscamente da quella posa,
come una porta che sbatte.
Quella porta Gli spaccò il cuore
perché il Suo era un bisogno dolente.
Del Suo bisogno Egli fece una statua.
Col Suo pene per scalpello
scolpì la Pietà.
Voleva un solo e unico desiderio.
Solo questa morte, tenacemente.
Egli scolpì questa morte, alacremente.
Morì e rimorì.
Verso lei alta risalì la corrente di un tubo,
respirando acqua dalle Sue branchie.
Nuotò attraverso la pietra.
Nuotò attraverso la natura divina.
E poiché non conobbe Maria
Essi si unirono alla Sua morte,
la donna e un cruciato,
in un abbraccio finale:
fissati per sempre in quella posa,
come un centrotavola.
Poesie su Dio (Le Lettere, 2003), a cura di R. Lo Russo
Noi
Ero avvolta nella pelliccia
nera, nella pelliccia bianca
e tu mi svolgevi
e in una luce d’oro
poi m’incoronasti,
mentre fuori dardi di neve
diagonali battevano alla porta.
Mentre venti centimetri di neve
cadevano come stelle
in frammenti di calcio,
noi stavamo nel nostro corpo
(stanza che ci seppellirà)
e tu stavi nel mio corpo
(stanza che ci sopravviverà)
e all’inizio ti asciugai
i piedi con una pezza
perché ero la tua schiava
e tu mi chiamavi principessa.
Principessa!
Oh, allora
mi alzai con la pelle d’oro,
e mi disfeci dei salmi
mi disfeci dei vestiti
e tu sciogliesti le briglie
sciogliesti le redini,
ed io i bottoni,
e disfeci le ossa, le confusioni,
le cartoline del New England,
le notti di Gennaio finite alle dieci,
e come spighe ci sollevammo,
per acri ed acri d’oro,
e poi mietemmo, mietemmo,
mietemmo.
Poesie d’amore (Le Lettere, 1996), trad. it. R. Lo Russo
Anne Sexton
Quando l’uomo entra nella donna
Quando l’uomo
entra nella donna
come l’onda scava la riva,
ripetutamente,
e la donna godendo apre la bocca
e i denti le luccicano
come un alfabeto,
il logos appare mungendo una stella,
e l’uomo
dentro la donna
stringe un nodo
perché loro due mai più
si separino
e la donna si fa fiore
che inghiotte il suo gambo
e il logos appare
e sguinzaglia i loro fiumi.
Quest’uomo e questa donna
con duplice fame
hanno tentato di spingersi oltre
la cortina di dio, e ci sono
riusciti per un momento,
anche se dio
nella Sua perversione
poi scioglie il nodo.
Il dragomanno errante. Quaderno di traduzioni (ATIEditore, 2012), trad. it. Edoardo Zuccato
Poesie d’amore. Testo originale a fronte. Ediz. integrale
Anne Sexton (1928-1974)-Poetessa e scrittrice statunitense. Esponente della Poesia Confessionale, vinse il Premio Pulitzer nel 1967 per “Vivere o morire “. La sua poesia, con dettagli intimi della sua vita privata, descrive la lunga battaglia contro la depressione, terminata con il volontario avvelenamento da monossido di carbonio nel garage di casa.
Doria Shafik era una scrittrice, poetessa e giornalista egiziana
Doria Shafik, also spelled Durriyyah Shafīq, (born December 14, 1919, Ṭanṭā, Egypt—died September 1975, Cairo), Egyptian educator, journalist, and reformer who campaigned for women’s rights in Egypt and founded (1948) the Egyptian women’s organization Bint al-Nīl (“Daughter of the Nile”).
Shafīq was born in Lower Egypt and received a Western-style education in French and Italian schools. She was a great admirer of Egyptian feminist pioneer Hudā Shaʿrāwī, who helped Shafīq continue her education in France. She obtained a doctorate from the Sorbonne—the first Egyptian woman to do so—and returned to Egypt in 1940. In her homeland she taught for several years and founded the magazine Bint al-Nīl, an organ devoted to promoting women’s issues. Three years later she founded the organization of the same name.
Doria Shafik
The group engaged in a variety of social and political activities. In 1951 members interrupted a session of the Egyptian parliament and demonstrated in Cairo. In 1954 Shafīq and some of her followers went on a week’s hunger strike to protest for women’s rights. Some believe these tactics were influential in Egypt’s decision to grant women the franchise in 1956. Later demonstrations, challenging the autocratic rule of Egyptian president Gamal Abdel Nasser, were not successful, and she was roundly censured, even by her erstwhile supporters. Driven from public life, she grew despondent and took her own life.
Fonte Enciclopedia delle donne-Doria Shafik era una scrittrice, poetessa e giornalista egiziana-Scritta da Cynthia Nelson, direttrice del dipartimento di sociologia dell’Università Americana del Cairo, la biografia di Doria Shafik è stata pubblicata nel 1996, quasi vent’anni dopo la morte tragica di questa donna eccezionale. Doria Shafik era una scrittrice, poetessa e giornalista laureata in filosofia all’università della Sorbonne di Parigi, scriveva poesie in francese ed era un’attivista del movimento femminista e politica. Il suo caso dimostra ancora una volta quanto la scrittura può restituire la vita e la parola persino a chi l’ha persa.
Doria Shafik
Doria Shafik naque a Mansura, una città del Delta egiziano, il 14 Dicembre 1908, in una famiglia dove non mancavano contraddizioni di tutti i generi, spesso difficili da capire per una mente infantile. Sua madre proveniva da una famiglia benestante che si impoverì dopo la morte del padre; così fu data in matrimonio ad un impiegato del governo, un uomo giovane e affettuoso che contava solo sulla sua busta paga per mantenere la moglie e i bambini. Doria viveva allora in una famiglia allargata, con la mamma, la nonna e la zia, le quali trascorrevano a casa loro sei mesi all’anno per poi andarsene tutte insieme nella piccola città di Tanta dalla nonna, lasciando i figli nelle mani della tata siriana e di un battaglione di domestici, compreso un eunuco.
Le lunghe separazioni dalla mamma rendevano la bambina inquieta e vulnerabile. Le differenze di classe sociale, di razze, di modi di fare che aveva notato a casa intorno a sé dalla più tenera infanzia acuivano in lei un sentimento d’incertezza che le rimase vita natural durante, insieme ad una comprensione prematura ma profonda dell’umanità intrinseca che accomuna tutte le persone, al di là delle differenze.
Nel 1915, all’età di sette anni, la bambina fu mandata a scuola dalle suore di Notre Dame des Apôtres, a Tanta, dove abitava dalla nonna. Purtroppo Doria perse la sua mamma nel 1920 all’età di dodici anni e fu mandata nel 1923 a casa di suo padre, ad Alessandria, dove fu iscritta alla scuola delle missionarie di Saint-Vincent de Paul, scuola considerata tra le migliori d’Egitto. Iniziò allora a vivere in un ambiente cosmopolita dove tutte le notizie provenienti dal mondo intero circolavano liberamente. Fu allora che Doria sentì parlare di Huda Shaarawi, e delle vittorie del movimento femminista egiziano.
Nel 1928 Doria scrisse una lettera a Huda Shaarawi, si recò al Cairo per incontrarla e ottenne con il suo aiuto una borsa di studio del ministero dell’educazione per continuare i suoi studi a Parigi. Inoltre, Huda Shaarawi la invitò a fare un discorso all’Unione femminista egiziana il 4 maggio dello stesso anno. Nel mese di Agosto, Doria partì per la Francia per studiare filosofia alla Sorbonne. Ottene la Licence d’Etat e la Licence Libre nel 1933 e tornò a casa di suo padre ad Alessandria dove, data la sua notevole bellezza ed eleganza, partecipò al concorso di Miss Egypte.
Dopo un breve e infelice matrimonio con un giornalista egiziano che non riuscì a sopportare per più di un anno, Doria ritrovò in Francia un cugino che non vedeva da tempo, Nur Al-Din Raga’i, studente alla facoltà di legge a Parigi. I due giovani scoprirono di avere molte cose in comune e decisero di sposarsi a Parigi nel 1937. Dopo aver trascorso la luna di miele in Inghilterra, tornarono insieme al Cairo quando Nur terminò la sua tesi di dottorato, ma Doria dovette recarsi una volta ancora a Parigi per sostenere la sua tesi e ottenere così il proprio dottorato di stato.
L’art pour l’art dans l’Egypte Antique e La femme et le droit religieux de l’Egypte contemporaine furono i titoli delle due tesi che scrisse alla Sorbonne, e rimasero questi i soggetti principali dei suoi studi e della sua vita. Disse più tardi che voleva fare della sua vita un’opera d’arte. Cercò anche di dimostrare come un’interpretazione corretta dei versetti del Corano avrebbe liberato le donne, anziché limitare la loro libertà.
Di ritorno al Cairo, Doria iniziò a lavorare per il ministero dell’educazione. Aveva sperato di lavorare per Huda Shaarawi che aveva fondato una rivista di lingua francese, «L’Egyptienne», ma fu ostacolata dalla direttrice della rivista, Céza Nabaraui. Fu allora invitata dalla Principessa Shivekiar, prima moglie ripudiata di Re Fuad, a dirigere una nuova rivista di lingua francese, «La Femme Nouvelle». Doria accettò la proposta e iniziò anche a pubblicare una propria rivista, «Bint al Nil» (La figlia del Nilo) sempre nel 1945, e una rivista per bambini, «Al Katkout», (Il Pulcino).
L’aiuto provvidenziale di Shivekiar significava però che Doria doveva frequentare l’entourage corrotto della principessa dove si sentiva a disagio. Alla morte della sua benefattrice nel 1946, Doria si prese carico personalmente della rivista francese «La Femme Nouvelle» e continuò a pubblicare «Bint Al-Nil» grazie all’aiuto morale e materiale di suo marito, che si era affermato brillantemente nel mondo del foro.
Fu la morte di Huda Shaarawi alla fine dell’anno 1947 a farle desiderare di assumere la leadership della lotta femminista e a determinare la sua entrata nell’arena politica egiziana. Doria lesse un discorso alla commemorazione della sua protettrice, nel quale esprimeva i punti fondamentali del suo pensiero: «Questo quarantesimo giorno dalla morte di Huda Shaarawi dimostra il peso di tutto ciò che ha fatto per gli egiziani e per tutti i popoli dell’oriente. Ricordatevi di lei, perché il ricordo serve a rinforzare la fede e perché essa ha lottato per creare una società fiera e colta. Ricordatela fino a quando capirete il vostro debito nei suoi confronti. È vissuta per voi ed è anche morta per voi. Ed io mi accerterò che il nostro lutto ci serva a continuare quello che lei ha iniziato… dovete consolidare il suo ricordo lottando. Se le donne imparano a leggere e scrivere, se vanno all’università, se lavorano nei campi, se vanno nei ristoranti e se un giorno entreranno in parlamento, tutto ciò servirà a ricordare Huda Shaarawi molto meglio delle nostre lacrime e dei nostri lamenti per la sua morte.»
Da quel momento in poi, Doria iniziò una lotta ininterrotta per i diritti delle donne e per farle entrare in parlamento. Le sufragette chiedevano di partecipare alle decisioni politiche ed amministrative, dato che avevano condotto l’amministrazione delle città in tempo di guerra. E cercavano di ottenere la libertà individuale che avrebbe permesso persino alle donne ripudiate di sopravvivere in un modo accettabile nella società.
Doria Shafik
Doria ebbe due figlie, Aziza, nel 1942 e Jehan due anni dopo. Sognava per le sue bambine un futuro di giustizia, di partecipazione, di responsabilità e di libertà. Era cosciente del fatto che qualcuno doveva intervenire subito per portar avanti la lotta della leader deceduta del movimento femminista. Fu allora che Doria decise di adottare una specifica agenda. Era arrivato il momento di riorganizzare l’azione femminista ed il suo programma era semplice e chiaro.
Iniziò subito con il parlamento; nel 1951 convocò tutte le donne, vicine e lontane, a partecipare con lei ad una vera e propria occupazione della camera durante una sessione in corso, per chiedere la partecipazione delle donne alle prese di decisione e al suffragio. Doria venne allora arrestata in quanto leader delle manifestazioni, ma il processo fu rinviato sine die.
La disfatta del 1948, dovuta in gran parte alle armi avariate comprate dalle autorità egiziane, fu seguita da manifestazioni popolari antigovernative e dalla proibizione, da parte del governo della monarchia egiziana, del passaggio nel Canale di Suez delle navi dirette verso Israele. Nel 1951, queste manifestazioni divennero un fenomeno di massa, e dei “battaglioni di liberazione” si lanciarono contro le forze inglesi nella zona del Canale. Il Primo Ministro e presidente del partito Wafd, con il consenso della Camera, decise allora di abrogare unilateralmente il trattato anglo-egiziano del 1936, perché tale trattato permetteva alle forze britanniche, decenni dopo la fine dell’occupazione, di gestire il traffico del Canale di Suez senza fare riferimento alle autorità egiziane e permetteva anche la permanenza dei soldati inglesi nelle città del canale, incluse Ismailia, Port Fouad e Port Said. Gli egiziani d’altronde esigevano il ritiro completo degli Inglesi da tutta la zona del Canale di Suez, e quindi bloccarono i rifornimenti alimentari alla zona del canale. Nel Gennaio del 1952 i militari inglesi, oltre a distruggere un villaggio vicino ad Ismailia, massacrarono una cinquantina di poliziotti egiziani nel loro quartiere generale, perché questi rifiutavano di alzare le armi contro i loro connazionali insorti. Ci furono anche un centinaio di feriti. La reazione degli egiziani fu immediata, e il 26 Gennaio del 1952 le masse popolari scatenate nelle strade del Cairo bruciarono le proprietà ed altri simboli della presenza occidentale nella città. Alla fine del cosiddetto “sabato nero”, 750 mila stabilimenti erano stati bruciati o demoliti. C’erano decine di morti e centinaia di feriti. I Liberi Ufficiali, un gruppo di militari inorriditi dall’aver dovuto battersi praticamente senza armi funzionanti, decisero allora di prendere il potere, sotto la presidenza del Generale Mohamed Naguib.
Nonostante la pesantezza della situazione politica, o forse proprio per quella, Doria si sentiva in dovere di accelerare la messa in opera del suo programma femminista e politico e decise allora di presentarsi alle elezioni, seppur illegalmente, dopo aver fondato il partito delle donne, denominato “Bint al Nil”. Dopo il putsch miltare del 23 Luglio 1952, i Liberi Ufficiali decisero di abrogare la costituzione egiziana, di nazionalizzare la stampa, di abolire i partiti politici e di nominare una commissione di cinquanta uomini per mettere a punto la nuova costituzione. Doria rimase allora senza un suo partito politico, ma pur sempre convinta che il nuovo presidente della repubblica, il Generale Mohamed Naguib, avrebbe appoggiato il movimento femminista. Quando Naguib fu obbligato a dimettersi nel 1954, il nuovo presidente Gamal Abdel Nasser impose la legge marziale, la dissoluzione dei partiti, ed il rinvio indefinito delle elezioni. Le donne rimasero allora senza alcuna speranza di partecipare alla vita politica e senza il diritto di voto. Doria, insieme ad otto donne membri della sua associazione, iniziarono allora uno sciopero della fame di otto giorni nella sede del sindacato dei giornalisti, per protestare contro l’esclusione delle donne dalla commissione incaricata di formulare la nuova costituzione.
Nell’Aprile del 1955, il Presidente Nasser si recò a Bandung dove incontrò il Primo Ministro indiano Jawaharlal Nehru, Il Presidente jugoslavo Maresciallo Josip Broz Tito e il Premier cinese Ciu-En-Lai a Bandung. L’Egitto divenne membro del movimento dei Paesi non allineati. Un anno più tardi, la nuova costituzione egiziana entrò in vigore. Il suffragio fu finalmente concesso sulla carta alle donne, ma tutte le organizzazioni non governative furono bandite e furono tutte affiliate al ministero degli affari sociali. Un articolo della nuova costituzione limitava il suffragio delle donne a quelle fra di loro che erano educate, mentre lo stesso limite non era imposto agli uomini.
Rimasta senza partito, senza organizzazione e senza alcun modo di protestare a disposizione, Doria decise, dopo un anno di disperazione, di iniziare un’altro sciopero della fame il 6 Febbraio del 1957. L’influenza di Gandhi era notevole in Egitto. Essendo amica dell’ambasciatrice indiana, Doria decise di recarsi all’ambasciata per iniziare a digiunare senza incorrere in minacce d’arresto. Le sue richieste erano chiare e nascevano dal suo amore per la giustizia e la libertà: esigeva la fine della dittatura in Egitto, ed il ritiro delle forze israeliane dai territori egiziani occupati durante l’aggressione tripartita del 1956.
Questa volta la reazione presidenziale fu immediata. Doria, accusata di tradimento, fu messa agli arresti domiciliari. Le sue riviste, come la sua casa editrice, furono chiuse definitivamente, e tutti i suoi scritti furono distrutti. Inoltre, il suo nome fu bandito da tutte le pubblicazioni. Iniziò allora per lei un lungo periodo di reclusione nel suo appartamento di Zamalek. L’intervento di Nehru convinse Gamal Abdel Nasser a non brutalizzarla ulteriormente. Le sue colleghe del movimento femminista, ormai messe a tacere, la derisero e l’abbandonarono alla solitudine dell’esilio nella propria casa. Nasser, considerato dal suo popolo l’eroe, il principale esponente della liberazione dell’Egitto, in realtà basava il suo potere sulla repressione della parola e della libertà di agire dei dissidenti. Doria perse allora completamente la libertà che aveva desiderato tanto per se stessa e per tutto il popolo egiziano.
Doria Shafik
Fu allora che iniziò a scrivere la propria autobiografia. La scrisse ben due volte in francese, e una terza volta in inglese. Le sembrava di vivere all’inferno. Secondo Winnicott «quando si legge di individui dominati a casa, o che passano la loro vita in campi di concentramento o in uno stato di persecuzione perenne a causa di un crudele regime politico, la prima cosa che uno pensa è che soltanto poche di tali vittime rimangono creative. Questi naturalmente, sono quelli che soffrono.» Questo fu il caso di Doria, la quale scrisse volumi di poesie come Les Larmes d’Isis e Avec Dante aux Enfers. Aveva già scritto un romanzo, L’esclave Sultane, nel 1951. Scriveva per sopravvivere all’isolamento che la soffocava. Si sentiva vicina a Dante in esilio, costretta come era stato lui a creare le bolgie immaginarie del suo Inferno. Aveva imparato l’italiano per leggere La Divina Commedia:
Dante!
Compagnon d’ultime voyage
mon Guide et mon Maître
comme Virgile fut le tien
Aux heures de détresse
J’accours vers toi
pour me tenir la main
et pour guider mes pas.
…
J’ai appris ta langue
pour saisir
le tréfond de ta chanson,
pour te comprendre
…
Nous voilà descendant
La pente d’inconnu
vers les abîmes sans fond
dans l’espoir de saisir
par-delà les cloisons des Enfers
les grands secrets
du Cœur humain.
Dante!
Compagno dell’ultimo viaggio
mia Guida e Maestro
come per te fu Virgilio
Nelle ore di sconforto
ti corro incontro
mi tieni per mano
e guidi i miei passi
…
ho imparato la tua lingua
per comprendere
l’essenza della tua canzone,
per capirti
…
Ecco che iniziamo
la discesa nell’ignoto
negli abissi sterminati
nella speranza di conoscere
oltre i muri infernali
i grandi segreti
del Cuore umano.
Nel 1961 Doria fu probabilmente informata da sua figlia delle inquietanti notizie riguardanti suoi cononoscenti, come Mary Kahil, una delle sue colleghe e amiche dei tempi di «La Femme Nouvelle», che aveva voluto fare una battuta spiritosa mentre salutava il presidente Nasser ad una festa dal nunzio apostolico, dicendo «la saluto duemila volte, quanto i due mila ettari che lei mi ha portato via», riferendosi alla riforma agraria. Tutto ciò che era rimasto di proprietà della signorina Kahil era stato confiscato all’indomani di questa infelice battuta e aveva iniziato anche lei a vivere nell’isolamento.
Doria Shafik
Lo stesso anno Muhammad Shaarawi, figlio di Huda Shaarawi, fu incarcerato per aver osato criticare il funzionamento della stessa riforma agraria, soprattutto nelle lontane montagne rocciose della Siria. Successivamente, tutte le persone che Doria aveva frequentato in passato furono sottomesse allo stesso regime di miseria. La libertà di stampa e di parola che lei rivendicava da una vita divenne anatema per lo stato egiziano.
Il potere dei servizi segreti si era esteso in tutto il paese e Doria molto probabilmente perseguitata. Nel terrore generale fu abbandonata da tutti, salvo la seconda figlia, Jehan, mentre Aziza aveva dovuto emigrare in America con il marito. A questo punto, Doria decise lei stessa di vivere in isolamento nella sua casa. Scriveva, scriveva continuamente. La scrittura, pur senza speranza di essere pubblicata, non poteva esserle negata. E persino dopo la morte di Nasser, anche dopo il 1970, scelse la solitudine, nonostante il nulla osta alla sua liberazione decisa da Anwar El-Sadat. Nella sua introduzione al volume di poesie dedicato a Dante, Pierre Seghers, un amico poeta dei vecchi tempi parigini, ha descritto in termini eloquenti questo isolamento da incubo: «A quali veri responsabili… ha pagato il suo riscatto Doria Shafik? Non importa! Idealista, appassionata, Doria Shafik, ai loro occhi, si introduceva in luoghi proibiti dove i buoni sentimenti non avevano spazio. Quelli che pretendevano di salvare l’uomo dalla sua miseria da secoli si dedicavano in realtà a schiavizzarlo e a perseguitarlo ancora di più. La GIUSTIZIA, l’ASSOLUTO, la LIBERTÀ, l’AMORE, l’INFINITO, la VERITÀ, la BELLEZZA, ll BENE, di quanti battaglioni blindati disponevano queste nozioni astratte? Per scongiurare i drammi del tempo e del sangue, Doria Shafik continuava a proclamarle. Era diventata coscienza, uno sguardo implacabile, insostenibile. Una voce che parlava a nome di tutti. I Poteri non potevano più tollerarla. “Non ci sono suicidi, ci sono soltanto assassinii!” Queste parole di Pierre Reverdy sarebbero quì da meditare.»
Doria accettò di viaggiare all’estero soltanto per vedere il figlio di Aziza, nato in America. Al Cairo, viveva ormai per la piccola Nazli, figlia di Jehan, che andava a ritirare dalla scuola tutti i giorni, e con la quale chiacchierava molto, raccontandole le leggende dell’Egitto antico. Non cercava più di riallacciare i rapporti con le altre persone. Faceva quotidianamente delle camminate lungo il suo amatissimo Nilo, ma nella sua intensa vita interiore scendeva insieme a Dante negli inferi dei ricordi feriti, fino a chiedersi con grande sgomento se avesse sbagliato tutto, lei che aveva voluto fare della propria vita un’opera d’arte. I dubbi la torturavano. Nonostante la liberazione concessa dal Presidente Sadat gli occhi, le orecchie spietate che aveva sopportato a lungo attorno a sé le sembravano tuttora presenti e la terrorizzavano. Aveva scelto l’esilio interno per sfuggire alla claustrofobia.
Jehan dovette trascorrere l’ estate in Inghilterra per sostenere la sua tesi di dottorato nel 1975, e portò con sé la sua bambina. Al suo ritorno, nel mese di Settembre, trovò Doria molto stanca, agitata, irrequieta. Diceva che aveva finito di scrivere, che aveva messo tutti i suoi scritti in ordine in un baule. Un giorno, prima di rendersi al lavoro, vedendola molto fragile, Jehan le infilò al dito un suo anello incastonato con una turchese, dicendo che le avrebbe portato fortuna, e Doria rispose semplicemente «Sei la mia anima, Jehan». L’indomani, recatasi a casa di sua madre, Jehan trovò nel giardino un corpo ricoperto con un lenzuolo e circondato da una cerchia di persone. Era Doria. I pareri riguardanti questa morte sono divisi. C’è chi dice che si buttò lei stessa dal balcone, chi pensa che abbia avuto un capogiro mentre guardava sotto casa, e chi pensa addirittura che sia stata spinta a saltare.
Le donne egiziane hanno ottenuto il diritto di votare grazie al sacrificio di questa donna bella, colta e raffinata, testarda amante della giustizia, della verità e della libertà, come testimonia questa poesia dei tempi passati intitolata Sans Poids:
– Où sont vos bagages
Madame… qui faites le tour du monde?
– Je n’en ai point
Voyez-vous… je voyage
ainsi à la ronde
libérée de tout poids!
mon cœur sur la main
Tenez… le voilà !!
Mais faites bien attention
Il est de cristal.
– Dove sono i suoi bagagli
Madame… che fa il giro del mondo?
– Non ne ho.
Vede.. io viaggio
così senza meta
senza peso!
il cuore sulla mano
Ascolti… eccolo!!
Ma faccia attenzione
è di cristallo.
Fonte Enciclopedia delle donne-Il potere della parola scritta ha trionfato anche per Doria. Come diceva l’amico poeta, Pierre Seghers: «Inseguita, dilaniata, intrappolata dal tempo, la devastazione non le avrebbe però portato tutto via. Il destino Tragico… non poteva centrare la parola.»
Fonti, risorse bibliografiche, siti su Doria Shafik
Referenze iconografiche: RItratto fotografico di Doria Shafik. Fonte: Al-Ahram Weekly. Immagine in pubblico dominio.
Poesie di Joumana Haddad- poetessa e giornalista libanese
Breve biografia di Joumana Haddad (Beirut, 6 dicembre 1970) è una poetessa, giornalista e traduttrice libanese.Joumana Haddad è responsabile delle pagine culturali del quotidiano libanese An Nahar, ed insegnante all’Università Libano-Americana di Beirut. È attivista per i diritti della donna, capo redattrice di Jasad, rivista araba. Dal 2007 al 2011 amministratrice dell’IPAF o Booker arabo, premio letterario che ricompensa ogni anno un romanzo arabo, e ora fa parte del comitato dei gestori del premio. Ha pubblicato varie raccolte di poesia, scrive anche racconti. I suoi libri sono stati tradotti e pubblicati in molti paesi del mondo.
Geologia dell’Io
Io sono il sesto giorno di dicembre del 1970.
Sono l´ora poco dopo le dodici.
Sono le urla di mia madre che mi dà vita,
le sue urla che le danno vita.
Il suo grembo che mi lascia affiorare,
il suo sudore che realizza la mia probabilità.
Sono lo schiaffo del medico che mi rianimò.
(Ogni schiaffo successivo che provò a rianimarmi, mi distrusse.)
Sono gli occhi della famiglia su di me,
gli sguardi del padre, del nonno, delle zie.
Sono tutti i loro possibili scenari,
sono i sipari aperti, i sipari celati
e le mura che dietro di essi, verranno,
e sono colei che non ha nome, e non ha mano per ciò che verrà.
Sono le aspettative, i sogni falliti,
i vuoti sospesi al mio collo come amuleti.
Sono lo stretto cappotto rosso che mi faceva piangere,
e ogni costrizione che mi fa piangere ancora.
Sono la bambola dai capelli scuri e gli occhi di plastica,
sono quella bambola respinta che rifiutai di cullare,
ignorata, ancora sanguinante alla nuca
(due gocce nei giorni feriali e tre in quelli di riposo e di vacanza).
Sono il triste buco nelle calze della mia maestra
che continua a guardarmi come il rimprovero di Abele nella mia anima,
raccontandomi la sua povertà e la mia impotenza,
lo sfinimento della mia pazienza e il terrore della sua disperazione.
Sono le tabelline che non ho imparato finora,
sono il due che si somma a uno, sempre a uno.
Sono la teoria delle linee curve che non si uniscono mai,
e sono le loro applicazioni.
Sono il mio odio della storia, dell´algebra e della fisica.
Sono il mio credere, da bambina, che la terra girasse intorno al mio cuore
e il mio cuore intorno alla luna.
Sono la bugia di Babbo Natale,
a cui credo ancora.
Sono l´astronauta che sognavo di diventare.
Sono le rughe di mia nonna che si è suicidata,
la mia fronte posata sulle sue ginocchia assenti.
Sono il ragazzo (si chiamava Jack?) che mi ha tirato i capelli ed è scappato via.
Sono colui che mi ha fatto piangere, facendomi innamorare ancora di più.
Io
sono il mio gattino,
e la bicicletta del figlio dei vicini che mi ha investito senza che protestassi.
(Ho venduto le anime del mio gattino per uno sguardo da quel bel ragazzo.) Sono il ricatto, il mio vizio inaugurale.
E sono la guerra
il cadavere dell´uomo che i combattenti trascinavano davanti a me,
e la sua gamba strappata che cercava di seguirlo.
Io
sono i libri che ho letto da bambina e che erano inadatti a me
(che ora scrivo e che continuano a essere inadatti).
Sono l´adolescenza del mio seno destro,
e la saggezza del sinistro.
Il potere dei due sotto una maglietta aderente
poi la mia consapevolezza del loro potere: l´inizio della discesa.
Sono la mia noia veloce, la mia prima sigaretta, la mia ostinazione tardiva,
e le stagioni trascorse.
Sono la nipote della bambina che fui,
la sua mancanza della mia rabbia,
le mie delusioni e le mie vittorie,
i miei labirinti e i miei desideri,
le mie bugie e le mie guerre,
le mie cicatrici e i miei giri sbagliati.
Sono la tenerezza che ho a dispetto di me stessa,
sono il mio Dio e la mia avidità,
le mie assenze colmate dai miei morti,
sono i miei morti che non dormono mai,
i miei cadaveri che non dormono mai,
sono i loro ultimi sospiri sul cuscino, a ogni alba.
E io
sono il mio risentimento, il mio contagio,
il mio pericolo,
la mia fuga dalla viltà al peggio.
Sono la mia attesa senza conoscere il tempo
e il mio non capire lo spazio.
Sono il silenzio che ho imparato.
E il silenzio che non ho imparato finora.
La solitudine che, come un insetto, percorre la mia anima.
Sono la nipote della bambina che fui:
la mia mancanza della sua innata indifferenza,
della sua perfezione altruista.
Sono il disastro dell´amore
e avvengo.
Sono il lupo della poesia che mi scorre nel sangue
e sono io che corro scalza con lui,
sono colei che cerca il suo cacciatore
non trovando il suo cacciatore.
Sono le acque spumeggianti della mia lussuria,
la successione delle lingue che irrigano la sua spuma,
e il mio rossetto che anticipa ogni sete.
Sono anche le mie unghie: quello che c´è sotto e quello in cui sprofondano.
Sono la memoria delle loro ferite,
la memoria della loro rabbia,
la memoria della loro debolezza,
la memoria della loro forza, oltre ogni prova,
e sono i pezzetti di carne strappati dalle spalle degli uomini nei momenti di estasi.
Sono i miei denti
le mie cosce delicate
i miei desideri osceni.
Sono i miei peccati, e quanto li amo,
sono i miei peccati, e quanto mi assomigliano.
Sono la mia amica che mi ha tradito…
e per questo la ringrazio.
Sono la mia spina dorsale che urla in faccia ai traditori.
Sono i miei occhi che cercano l´oscurità che mi appartiene.
Sono il mio dolore
il mio dolore, sì.
Sono il mio grido nel pieno della notte
(soppresso al momento opportuno).
Sono quello che mi dicono di non dire
di non sognare
di non pensare
di non osare
di non prendere.
Sono quello che mi dicono di non essere.
Sono quello che nascondo,
quello che non voglio nascondere, ma nascondo lo stesso
quello che voglio nascondere, e non nascondo.
Sono il “dimmi quanto mi ami’
e il “non ti credo’.
Sono la testa connessa al corpo, sconnessa dal corpo.
Sono la mia morte prematura – lo dico senza dramma –
e qualsiasi devastazione lascerò dietro di me.
Sono la follia e l´assenza che mi hanno preceduta.
E le piccole, irrilevanti cose che svelano:
i francobolli, i ritagli di lettere,
i biglietti sotto il vetro della scrivania, il mio sorriso in vecchie foto.
Sono la somma degli uomini che mi hanno amata e che non ho amato.
Sono quelli che ho amato e che non mi hanno amata,
quelli che non ho amato e non mi hanno amata,
quelli che ho immaginato di amare
e quelli che hanno immaginato di non amarmi.
Sono la somma dell´unico uomo che amo.
Sono la sposa la cui immagine piangeva nella foto del suo primo matrimonio (solo l´immagine).
Sono le mie proiezioni, le mie sconfitte, le mie vane vittorie.
Sono la mia salvezza dall´annegamento una volta (se veramente fu salvezza).
Sono la noia di una briciola sul tavolo.
Sono i sette giorni e i secoli che furono necessari a crearmi.
Sono i pesci, gli uccelli e gli alberi
il fumo delle fabbriche,
l´asfalto della strada e il fischio delle bombe,
e sono il vento, i ragni e la polpa della frutta.
Sono ogni vulcano sulla cima di ogni montagna in ogni paese in ogni continente in ogni pianeta.
Sono ogni buco scavato in ogni terra di ogni paese in ogni continente in ogni pianeta.
Sono il secondo che ho impiegato per distruggermi
e tutti i miei corpi
e le strade umide della mia città
e sono chi ero e sono chi avrei potuto essere.
Sono il vestito blu che mia madre non si comprò per pagarmi le tasse della scuola.
Sono la libreria di mio padre, i suoi occhi e il suo cuore petulante.
Sono gli sguardi che non mi sono permessa, le parole che non ho detto e le labbra che non ho baciato
e le tracce che non lascerò dietro di me:
tutte le cose stupide che non ho fatto
tutte le grandi cose che non ho fatto ancora
tutte le partenze da cui non sono tornata.
Io
sono mia figlia che non ho messo al mondo e che potrei
e
la donna che sarò.
Sono quasi quella donna
e sono quasi l´uomo
che non sono diventata completamente
che non voglio diventare
e che mi salva ogni giorno da me stessa.
Sono la donna che non sono adesso,
tutte le cose e le persone che ero ieri,
che sarò domani,
e che compongono
scompongono
e ricompongono me.
Joumana Haddad- poetessa
Sono una Donna
Nessuno può immaginare
Quel che dico quando me ne sto in silenzio
Chi vedo quando chiudo gli occhi
Come vengo sospinta quando vengo sospinta
Cosa cerco quando lascio libere le mie mani.
Nessuno, nessuno sa
Quando ho fame quando parto
Quando cammino e quando mi perdo,
nessuno sa che per me andare è ritornare,
e ritornare è indietreggiare
che la mia debolezza è una maschera
e la mia forza è una maschera
e quel che seguirà è una tempesta.
Credono di sapere
Ed io glielo lascio credere
E creo.
Hanno costruito per me una gabbia
affinché la mia libertà fosse una loro concessione
E ringraziassi e obbedissi
Ma io sono libera prima e dopo di loro, con e senza di loro
Sono libera nella vittoria e nella sconfitta
La mia prigione è la mia volontà!
La chiave della prigione è la loro lingua
Tuttavia la loro lingua si avvinghia intorno alle dita del mio desiderio
E al mio desiderio non impartiscono ordini.
Sono una donna.
Credono che la mia libertà sia loro proprietà
Ed io glielo lascio credere
E creo.
Albero Azzurro
Quando i tuoi occhi incontrano la mia solitudine
il silenzio diventa frutto
e il sonno tempesta
si socchiudono porte proibite
e l’acque impara a soffrire.
Quando la mia solitudine incontra i tuoi occhi
il desiderio sale e si spande
a volte marea insolente
onda che corre senza fine
nettare che cola goccia a goccia
nettare piu ardente che un tormento
inizio che non si compie mai.
Quando i tuoi occhi e la mia solitudine si incontrano
mi arrendo nuda come la pioggia
e nuda come un seno sognato
tenera come la vite che matura il sole
moltiplice mi arrendo
finché nasca l’albero del tuo amore
Tanto alto e ribelle
Tanto alto e tanto mio
Freccia che ritorna all’arco
Palma azzurra piantata nelle mie nuvole
Cielo crescente che niente fermarà.
Brutte Abitudini
Diceva che l’amore assomiglia al gioco
E che lei perde sempre
Diceva che era una brutta abitudine
Che non si azzardava a curare.
Diceva di temere la luce
Nonostante avesse sacrificato molte notti
Si accontentava della sua solitudine
Non curava le amicizie
Ma cadeva dalla sua nube
Ogni volta che la pioggia la conduceva a terra.
Diceva che la sua gioventù era invano
Di essere dolce suo malgrado
Ma poi si mostrava crudele
Perché la tenerezza è come l’amore
Una brutta abitudine
Ed anche quel silenzio
Di cui non potrà mai fare a meno.
Diceva di essere una donna lassa
Inadatta al sonno
Ma dormiva per diventare un embrione
E sprofondare negli abissi,
una donna esaurita
Svuotata ogni giorno dai suoi vizi
Ma che non voleva guarire.
Diceva di essere una perdente di natura
Perdente per meritare la vittoria
Diceva infine che la vita è una brutta abitudine
Dalla quale forse non guarirà
Con un po’ di determinazione
E molto oblio.
Joumana Haddad- poetessa
Nella follia
Catturare il firmamento e lambire le nubi
Prendere in prestito la bufera
Lasciandomi alle spalle le lacrime zampillanti
Lacrime zampillanti
E me ne andrò.
Non inseguire l’equilibrio
Non soffocare le grida
Danzare sull’acqua
Dirigendomi verso l’altra sponda
Libera o schiava
Non importa!
Guadare il fiume.
Quando verrà il momento
farfalla notturna
Deporre la dolcezza che ormai mi ha annoiata
Deporre l’abito imbizzarrito invano
E dare fuoco al passato
Per ritornare liscia come la terra vista da lontano
E girare da sola
Intorno alla luna.
Ridere e le mie risate non saranno tristi
Non volere, camminare
Accarezzare la strada
Conversare tutta la notte con il selciato
Fare sgorgare la poesia dalle pietruzze
Il cielo piangerà e non mi preoccuperò
Il vento consumerà il mio cuore ustionato dall’amore.
Quando verrà il momento
alba senza rugiada
mi mostrerò con il viso rabbuiato
e seppellirò i miei visi sereni
diffonderò le ombra sul mio essere
le farò gocciolare come il dolce miele
punto dopo punto
bacio dopo bacio
affinché riemerge sulla superficie del fiume
quella donna che ho serbato in me.
Amami
Mi trasporto in punta di piedi
mi trasporto nel galoppo della mia vista.
Mi avvolgo nelle fasce della mia pelle.
Mi abbraccio desiderandomi.
Benedico il mio flusso, lo zampillare che da me proviene.
Mi cullo sul mio seno.
Alle mani germoglianti infilo i guanti della poesia.
Reclamo la rivelazione,
le mie incisioni sono su pietra.
La mia immagine reca acqua alla sete
ed esche alla rete dei pescatori.
Trascorro i rintocchi delle campane della sera
scolpendo.
Dormo nella mia stessa ombra.
Indosso la mia natura beduina
quando sono stanca.
Entro in un giardino
che non mi istiga contro me stessa.
Amo la mia anima impossibile,
quella i cui piedi
sono ignoti alla terra.
Joumana Haddad- poetessa
Quando sono diventata un frutto
Maschio e femmina mia madre mi ha messa all’ombra della luna
Ma Adamo fui sacrificato alla mia nascita
Immolato ai mercenari della notte
E per consolarmi
Mi lavò con acqua torbida
E mi portò sul pendio di ogni montagna
Per lo spettro del silenzio e il rumore delle domande mi rese docile
Mi consacrò a Eva lo stupore e la trasformazione
mi impastò con il buio e la luce
Un tempio ai diavoli del paradiso.
Straniera crebbi e nessuno si preoccupò del mio grano
Ho preferito disegnare la mia vita su una pagina bianca
Mela che nessun albero partorì
Poi ritagliarla e uscirne
Una parte di me vestita di rosso,
un’altra parte di me in bianco
Non ero solo dentro e fuori del tempo
Perché ho avuto origine nei meandri celati
Prima di nascere pensavo
Di essere una massa abbondante
Di avere dormito a lungo
Di avere vissuto a lungo
E quando sono diventata un frutto
Ho saputo quel che mi attendeva.
Ho detto ai maghi di prendersi cura di me
Allora mi hanno presa.
Era la mia risata
Bella e imbarazzata
Volavo sulle piume di un uccello
e di notte diventavo un guanciale
Hanno gettato il mio corpo nei talismani
e hanno cosparso il mio cuore
con il nettare della follia
Mi hanno recato un silenzio e dei racconti
E fatto in modo che io vivessi senza radici.
E da quel momento vago da un luogo all’altro
Indosso una nuvola ogni notte e parto
Solo io mi dico addio solo io mi do il benvenuto
Volo per sentirmi libera non perché ho paura
Torno dal desiderio non dal fallimento
la mia costanza è il mare e la mia bussola è la tempesta
nell’amore non getto l’ancora in nessun porto
il mio corpo è il viaggio e la mia morte è nel fermarmi
di notte lascio gran parte di me stessa
per abbandonarmi a un forte abbraccio
quando ritorno i miei fratelli gemelli
sono la distanza e le isole
l’onda e la sabbia della spiaggia
il rifiuto e il desiderio voluttuoso della luna
l’amore e la morte dell’amore
chi comprende il mio ritmo mi conosce
mi segue
pero non mi raggiunge mai.
Quando i tuoi occhi incontrano la mia solitudine
Quando i tuoi occhi incontrano la mia solitudine
il silenzio diventa frutto
e il sonno tempesta
si socchiudono porte proibite
e l’acqua impara a soffrire.
Quando la mia solitudine incontra i tuoi occhi
il desiderio sale e si spande
a volte marea insolente
onda che corre senza fine
nettare che cola goccia a goccia
nettare più ardente che un tormento
inizio che non si compie mai.
Quando i tuoi occhi e la mia solitudine si incontrano
mi arrendo nuda come la pioggia
e nuda come un seno sognato
tenera come la vite che matura il sole
molteplice mi arrendo
finché nasca l’albero del tuo amore
Tanto alto e ribelle
Tanto alto e tanto mio
Freccia che ritorna all’arco
Palma azzurra piantata nelle mie nuvole
Cielo crescente che niente fermerà.
Io….
Io la cattiva
la malvagia
la sanguinaria
colei che si cela nella sua verità,
che stringe le sue stesse mani
e avanza verso l’isolamento,
io, che non sono mai stata di nessuno
io, che appartengo solo alla fuga
sarò infine mia.”
Sono così
Sono così
non ho tempo per i rimpianti
gioco con i destini, mi annoio facilmente
prometto e non mantengo.
Inutile cambiarmi:
La certezza mi è estranea
per l’imbarazzo dell’amore
per l’immaginazione
perché sono devota
solo all’indolenza.
Imprevedibili i miei appuntamenti
sono una fuga prima del tempo
un sole che non basta
una notte che mai si schiude
sono impetuosi sussulti tra la sete e il dissetarsi.
Sono così, un silenzio per raccogliermi,
un lento terrore per disperdermi,
un silenzio e un terrore per curare una crudele memoria
non c’è luce che possa guidarmi:
Possiedo solo i miei peccati.
Breve biografia di Joumana Haddad (Beirut, 6 dicembre 1970) è una poetessa, giornalista e traduttrice libanese.Joumana Haddad è responsabile delle pagine culturali del quotidiano libanese An Nahar, ed insegnante all’Università Libano-Americana di Beirut. È attivista per i diritti della donna, capo redattrice di Jasad, rivista araba. Dal 2007 al 2011 amministratrice dell’IPAF o Booker arabo, premio letterario che ricompensa ogni anno un romanzo arabo, e ora fa parte del comitato dei gestori del premio. Ha pubblicato varie raccolte di poesia, scrive anche racconti. I suoi libri sono stati tradotti e pubblicati in molti paesi del mondo.
Luisa Giaconi, o la poesia che stregò Dino Campana-
Luisa Giaconi, o la poesia che stregò Dino Campana-Gli anni tra la fine del XIX secolo e il primo decennio del XX sono indubbiamente caratterizzati da una produzione letteraria irrequieta, sperimentale e variegata; questo vale tanto per l’Europa, quanto per l’Italia, che, per quanto in certi aspetti ancora ancillare alla cultura d’oltralpe, seppe trovare una sua voce molto originale e contribuire in modo decisivo all’elaborazione di nuove concezioni artistiche. Ora, per quanto questo periodo possa dirsi, per molti aspetti, come uno dei più vivaci e interessanti della storia letteraria recente, molti sono ancora i punti interrogativi, le zone d’ombra, i nomi posti in un cassetto e mai più riesumati. Tra questi, sarebbe da porre una certa attenzione a Luisa Giaconi, poetessa colpevolmente dimenticata nonostante potesse pregiarsi di un ammiratore del calibro di Dino Campana, che molto amò la sua poesia, e molto, probabilmente, se ne fece influenzare.
Luisa Giacon
Ma procediamo con ordine, cercando anzitutto di inquadrare la vita e il carattere della poetessa. La maggiore fonte biografica a nostra disposizione è la prefazione di Giuseppe Saverio Gargano all’edizione del 1912 della Tebaide, unica opera edita della poetessa. Gargano, oltre ad essere giornalista e studioso di letteratura inglese, fu a lungo legato da una relazione amorosa con Luisa, dal 1899 fino all’anno della morte.
Luisa Giaconi nasce a Firenze nel 1870, da una famiglia nobile di discendenza germanica, per quanto oramai decaduta. Su questo punto è bene soffermarsi, poiché Gargano, nella sua prefazione, afferma che Luisa sentiva una certa «affinità elettiva» con l’animo contemplativo germanico, attribuendo, appunto, questo suo spirito a motivi dinastici. Qui avvertiamo pure la prima affinità con Campana, il «letzten Germanen in Italien», come recita il sottotitolo dei Canti orfici. Il poeta di Marradi, affine alla natura contemplativa e tragica norrena – tanto da dedicare i suoi Orfici a Guglielmo II – non poteva che rimanere colpito da una personalità così affine.
Nonostante il retaggio, però, Luisa trascorre una vita modesta: il padre insegna matematica negli istituti tecnici, e per un certo periodo deve seguirne gli spostamenti in tutto il centro Italia, a seconda delle scuole che vengono lui assegnate. Alla morte del padre, però, Luisa torna a Firenze, dove si iscrive all’Accademia delle Belle Arti. In questi anni comincia pure ad appassionarsi alla letteratura, ma le sue letture sono disordinate, prive di una vera e propria struttura. Questo, almeno, fin quando, a detta di Gargano, non fa amicizia con una signora inglese – di cui non è chiara l’identità – che le insegna la lingua e la istruisce sui principali capolavori anglosassoni. In questo caso, vediamo un punto in comune, invece, con molti dei poeti della generazione successiva a quella della Giaconi, ovvero una formazione letteraria anticanonica, autodidatta, basata su letture non sistematiche e su una forte influenza estera (si ricordino Enrico Pea, Giuseppe Ungaretti, Umberto Saba, per citare i più noti).
Nel ritratto di Gargano, Luisa Giaconi appare come molto introversa, tratto che caratterizza il suo stile poetico e spiega in parte la sua travagliata vicenda editoriale. Comincia a scrivere le sue prime liriche ed ottiene dall’editore Paggi – a seguito di una lettura del materiale – la promessa di una pubblicazione. La promessa, però, non viene mantenuta, complice pure il fallimento della casa editrice del 1896. Luisa rimane molto delusa da questa promessa tradita, e si chiude in sé stessa, isolandosi dal mondo. Si immerge nella lettura di classici, tra i quali Gargano cita le opere di Dante, di Leopardi e l’ Ecclesiaste – anche in questo caso, sia le opere citate che l’approccio autodidatta al loro studio sono tipici di molti autori del primo Novecento.
Successivamente, comincia a collaborare con «Il Marzocco», dove a partire dal 1896 pubblica alcune sue liriche. Queste attirano l’attenzione di molti letterati e poeti – tra i quali, per l’appunto, lo stesso Gargano.
Dato il successo che sembra riscuotere, Luisa Giaconi torna a progettare la sua prima pubblicazione in volume. Il suo, è un lavoro di “architettura” lento e molto selettivo, che la porta a scegliere ed ordinare solo diciotto, tra le liriche da lei scritte. Nel 1908, riesce a ottenere da Zanichelli la pubblicazione della sua prima e unica silloge, Tebaide. Purtroppo, però, non riuscirà a vederne la concreta pubblicazione: il 18 luglio del 1908, infatti, Luisa Giaconi muore, a soli 38 anni, consumata dalla tisi; il volume esce dalle stampe solo a dicembre dello stesso anno, seguendo le indicazioni date dalla poetessa.
Ora, quel piccolo volume di versi che è la Tebaide ebbe un grosso successo di pubblico, tanto da convincere la Zanichelli a proporre una seconda edizione, nel 1912, curata sempre da Gargano e più ampia, rispetto alla prima. In questa seconda edizione furono incluse, oltre alle diciotto liriche selezionate dalla poetessa stessa, anche tutti gli altri versi che avevano visto la pubblicazione sul «Marzocco», fino a un totale di quarantaquattro.
L’opera fu divisa in quattro sezioni: la prima rispettava la Tebaide come concepita da Luisa Giaconi, le altre tre erano invece ordinate secondo un criterio puramente cronologico.
Luisa Giaconi
Ora, la parte curata direttamente dalla Giaconi è senza ombra di dubbio la più interessante, e riproduciamo qui, per far fronte alla scarsa reperibilità del testo, la poesia che dà il nome all’intera raccolta:
Sei dunque tu, silenziösa terra, l’oasi immensa
che a lungo implorarono i sogni più meravigliosi?
Sei dunque tu il Tempio supremo dei taciti riti
cui nell’ora dei tedii amari il mio spirito venne?
Ti scende la pace dei cieli sacra; e fremono i ritmi
perenni dei boschi come una sinfonia profonda
di arpe e di sistri; e ti piange tremula e roca l’onda
dei fiumi fuggenti, e t’arride vasta l’onda dei soli.
Non altro io ti chiesi, o Silente; poi che venni lasciando
ben lunge le cure e i clamori vani; e tu fosti l’alta,
la provvida liberatrice; e tu mi fosti a gli occhi
visione d’imperiosi fastigi ardui nei cieli.
Oh lento ondeggiar de’ sommersi spiriti ne l’aure
come alito di pure linfe che il suolo emani! oh muto
ascender dei sensi col muto svolgersi de le arboree
vite possenti, protese pensosamente ai cieli!
Venimmo mai, stanchi e senz’ ombra d’ amore, pei tuoi
sentieri, o Lontana, senza che il tuo cuore non si aprisse
col giglio dei campi e splendesse con le tacite aurore?
Che fiori vedemmo più dolci dei tuoi sogni fiorire?
Li autunni non furon che eterne primavere velate
di pianto; e la vita fu sogno e l’amore fu sogno,
e parvero sogni le luci delli astri, e la dolcezza
dei fiori, ed il tempo, e la morte. Poi che noi siamo sogni.
La lirica fece la sua prima apparizione sul «Marzocco» nel 1899. Oltre agli influssi linguistici e stilistici pascoliani e dannunziani, è da segnalare una forte originalità ritmica e melodica, che certo si muove dalla metrica barbara, ma che crea sviluppi molto originali – e forse lo stesso Campana ne fu influenzato. Le varianti “a sentimento” del ritmo dattilico di questi pentametri sono indicativi di una concezione “intima” della prosodia, in linea con il contenuto della lirica. Tebaide, infatti, tiene propriamente fede al suo titolo erudito, dipingendo con tinte lussuose ed eteree un eremo di silenzio e di pace, dalle tinte oniriche e misticheggianti, in cui sentir solo il fremere dei «ritmi perenni / dei boschi», che evocano il suono armonico «di arpe e di sistri». In questo, l’inizio descrittivo è molto placido, riflessivo e vagamente leopardiano (si evoca quasi il Canto notturno). Con l’avanzare delle strofe, però, qualcosa di inquieto affiora, fino a rivelarsi nell’ultima strofa, che si fa incalzante nel ritmo grazie a un uso sapiente delle ripetizioni. L’ansia che la visione svanisca, che si riduca a sogno, la consapevolezza finale che tutto è sogno, e che tutto dunque svanisce, crea uno strano senso d’amarezza che turba in maniera decisiva la mistica armonia della tebaide. Come si sentono, in questi ultimi versi, riecheggiare le “chimere” di Campana, come si possono avvertire anche somiglianze con passi noti, come il «tutto è vano vano è il sogno: tutto è vano tutto è sogno» della Notte, che pare quasi offrirsi come sintesi di quest’ultima strofa. L’interesse di Giaconi sta nell’invisibile, nel tentativo di rappresentare ciò che l’occhio, o l’orecchio, può arrivare ad intuire, ma non a vedere o sentire concretamente. Da qui, il legame con la dimensione onirica, chimerica, nel desiderio di un’altra dimensione priva dei dolori e del rumore tipici della modernità.
Nicolò Bindi (1991) si è laureato in Filologia Moderna all’Università degli studi di Pisa, discutendo una tesi su “Teoria e pratica del futurismo. Palazzeschi, Marinetti, Soffici”. Interessato principalmente agli aspetti stilistici, metrici e linguistici, sta concentrando le sue ricerche letterarie soprattutto sugli autori delle avanguardie storiche e del modernismo italiano ed europeo. Collabora con diverse associazioni culturali. È docente presso l’Istituto “Francesco Datini” di Prato.
Luisa Giaconi
Luisa Giaconi, otto poesie, una prosa
di Caterina Del Vivo
ARCHIVIO CONTEMPORANEO
Estratto dalla rivista: « Antologia Vieusseux » fascicolo LXX
Aprile – Giugno 1983
Gabinetto Scientifico Letterario
P. VIEUSSEUX FIRENZE
ARCHIVIO CONTEMPORANEO:
Ricerche
Ringrazio l’amica Caterina del Vivo per avermi permesso di pubblicare questo articolo. (p. p.)
Fra i versi che Luisa Giaconi1 inviava al «Marzocco», confidando in un giudizio benevolo e in una eventuale pubblicazione che da un lato la familiarità e il probabile incoraggiamento di Enrico Nencioni2 e Giuseppe Saverio Gargàno suggerivano, e d’altra parte il timore di un certo dilettantismo e dell’approssimatività della propria formazione poetica sembravano quanto meno limitare nell’ambito di un’amichevole condiscendenza, fra questi componimenti poetici sono rimaste finora sconosciute agli studiosi otto liriche e una breve prosa, conservate nell’Archivio della rivista fiorentina3.
Sono pagine non pubblicate sul periodico né della postuma raccolta Tebaide4 , curata dal Gargàno nel 1909 – e ripresentata con numerose aggiunte nel 1912 – oltre che per una effettiva stima della poetessa, quasi per mantenere un antico impegno ed una irrealizzata aspirazione di lei.
Crediamo di non essere troppo lontani dal vero indicando i motivi principe di queste esclusioni nei mutamenti di impostazione e nelle reali difficoltà del periodico a partire dall’estate 1897; nella maggiore severità della direzione Corradini, e quindi Adolfo Orvieto, nei confronti di un certo tipo di liriche che non fossero quelle di poeti ormai gratificati da una completa approvazione del pubblico5; ed infine, ma non ultimo, in una certa mancanza di finitezza delle composizioni che potrebbe aver determinato a riguardo un riserbo della stessa Giaconi (e quindi l’esclusione nelle raccolte ad opera del Gargàno), essendo quello di un incompiuto “labor limae” pensiero assillante della poetessa:
Io mi sono messa all’opera della lima e trovo che non è poi tanto noioso come credevo. Speriamo che la sua pedanteria ne sarà soddisfatta6.
Vorrei che Ella mi rendesse tutti quelli abominevoli versi perché io ne faccia giustizia con la lima o col rogo secondo il loro merito
Ecco le rimando i versi a cui ho fatto quelle mende che mi ha consigliato Gargàno, ma la fretta mi ha impedito di limare come avrei voluto8.
[….] sono pronta a rilimare qualora fosse necessario e spero anzi voglio che me lo dica senza paura di essere pedante9.
L’insoddisfazione e la continua ricerca della compiutezza del verso è resa spesso più ardua dalla predilezione, testimoniata ampiamente nella Tebaide, di ritmi classici e carducciani10, cui certamente non era estraneo il legame artistico e il sentirsi discepola di Enrico Nencioni, e si accompagna ad intime incertezze linguistiche e lessicali: nella scelta aggettivale ad esempio, dove sussistono il timore di un abuso ed una resistenza mentale nei confronti dell’attributo:
Mi dica pure – scrive ancora ad Angiolo Orvieto – se vi sono troppi aggettivi; gli aggettivi sono il mio incubo da un pezzo in qua; non sogno che quelli; e mi verrebbe voglia di bruciare ogni cosa pur di distruggere questi bacilli del verso! Ne ho fatto un abuso straziante11.
Brevi frasi, sempre da lettere all’Orvieto, definiscono il porsi giaconiano di fronte alla poesia: afferma infatti di essere come gli uccellini, che cantano senza preoccuparsi di come cantano, ma anche di temere “una imitazione troppo azzardata del linguaggio puerile”12.
Dove, nel timore di un uso improprio, e sia pure in una circostanza contingente, dimostra di aver accolto, quanto meno a livello di coscienza poetica, se non di coerente e continuata applicazione artistica, uno dei principi propri della nuova poesia, quello del poeta – puer, che prima ancora delle definitive enunciazioni pascoliane13, e risalendo alle teorie di Walter Pater, si faceva strada negli ambienti, fiorentini e non, di quella schiera autodefinitasi di nuova nobiltà spirituale; principio che spesso conviveva mentalmente accanto al preziosismo lessicale, alla pennellata dorata, non immuni – e sembra avvertirlo la stessa Giaconi – dallo sfocamento semantico imputabile all’uso ricorrente dei medesimi.
Il mondo della Tebaide, e dei nostri versi, è mondo di decadente sensibilità esasperata dall’avvertire la presenza quotidiana del mistero, dal parallelo e continuo intreccio sogno-vita, realtà-morte, che già è stato avvicinato ad un certo Pascoli conviviale14 (semmai, crediamo, valido soprattutto per le liriche della IV°sezione della Tebaide).
In queste otto composizioni, per il continuo fluire di significante e significato di cui spesso si fondono i termini, ci sembra piuttosto di verificare quanto è stato detto per Enrico Nencioni: l’identificazione del simbolo con la cosa rappresentata, o meglio «la cosa quale simbolo di se stessa» come sarà poi nel D’Annunzio del Poema Paradisiaco15.
Svariati i ‘topoi’ decadenti di cui si è appropriata la Giaconi: si pensi (e rimandiamo unicamente ai versi qui presentati) all’insistente richiamo di temi sepolcrali (A te che nella chiusa ombra romita), al ricorrente motivo del giardino abbandonato (Una voce nel tempo; A te che nella chiusa ombra romita), all’ispirazione claustrale (Le rose della morte).
Dove, acquisita la lezione del Nencioni – si vedano di quest’ultimo soprattutto il Giardino della morte o il Giardino abbandonato – e forse con memoria anche al dannunziano Hortus conclusus, i claustri sono assunti già per loro natura a remoto “giardino di morte”, posto in indefinita dimensione; la figura virginale è morta e morte a un tempo; le rose appassite d’aspetto carnicino, come già in tanta letteratura, si fondono e confondono con le mani a cui si intrecciano: ma le stesse mani sono disegnate già con sensibilità, e vorrei dire con fraseggio, dannunziani. Soprattutto la lettura del Poema Paradisiaco e delle Elegie Romane non doveva essere estranea alla Giaconi.
Interessanti risultati darebbe un esame di tutta l’opera della poetessa – ma qui non è luogo – sia in tale prospettiva sia alla luce dell’assimilazione di esperienze pascoliane, perché molto del cursus del poeta delle Mirycae e dei Poemetti passa nella struttura metrica e sintattica della Giaconi, intrecciandosi al dovuto tributo pagato al carduccianesimo: e sarebbe indispensabile, ai fini di una curata analisi delle singole composizioni, una esatta collocazione cronologica di tutti i versi confluiti nella Tebaide del 1912.
Nella visione simbolica della natura giaconiana il paesaggio sembra farsi tramite di idee e sentimenti che dal piano individuale del poeta vogliano approdare all’universo misterico; in particolare può essere tracciata una sommaria distinzione fra versi colloquiali con un potenziale interlocutore, dotato della stessa sensibilità dell’autrice, interlocutore vivente o, spesso, sentito più vicino proprio perché già parte della realtà di un mondo inconoscibile, e liriche in cui non si intravede possibilità alcuna di comunione di sensi con l’elemento umano.
Se nel primo caso la ricerca è quella di un conforto o di un appoggio alla lettura della “foresta di simboli”, una conferma della medesima, nel secondo ci si rivolge agli elementi della natura come possibili interlocutori diretti e intermediari dell’oggetto dell’ispirazione poetica: ma la nota paesistica – e ciò distingue la Giaconi da molta poesia minore coeva – è sempre suggerita e mai insistita, fugace, presa ad uso proprio e quindi subito riassorbita, in una immediata trasposizione interiore, dal tema dominante, la bipolarità vita – sogno ed il desiderio epifanico che ne consegue.
Non sappiamo se nella formazione della Giaconi trovasse posto lo studio in lingua dei grandi della stagione simbolista e parnassiana d’oltralpe: certamente ne recepì la lezione almeno per via indiretta: scelte di musicalità e di vocabolario non lasciano adito a dubbi16.
Diretta invece fu probabilmente la lettura di Shelley e dei preraffaelliti inglesi17: lo stesso Gargàno conferma tale lettura essere avvenuta dopo che la Giaconi aveva imparato quella lingua da una signora anglosassone18.
Si tratta comunque di poesia calata ormai pienamente nell’esperienza decadente italiana, area spesso sfuggente e di difficile analisi tanto più perché sovrastata ben presto dalle dimensioni pascoliana e dannunziana, destinate a compendiare con le loro presenze, ed a definire spesso anche nominalmente una realtà poetica e culturale diffusa, pre e co-esistente.
Una realtà che per alcuni esponenti trova espressione più plateale nel cenacolo poetico ed estetico, inteso, pur nei suoi intenti antiaccademici, a sua volta quale “accademia” spirituale, in cui lo scrivere versi costituiva momento di affinità elettiva e una sorte di necessario tributo iniziatico19; per altri invece – è il caso della Giaconi – si risolve in una ricerca più schiva, interiorizzata, di intima comunione di sensibilità, di studio tematico e di cesello metrico e stilistico che fa sì che venga superato il valore di period-pièce.
Nel cenacolo di vita e di arte, meglio di arti, ed in particolare in quello della cerchia marzocchina, era diffuso un misticismo estetizzante di derivazione shopenhaueriana, polarizzato intorno al principio dello stretto legame, e della contaminazione, fra pittura, poesia e musica, principio riproposto già dal Nencioni20, e ripreso da tutta la “nuova” critica coeva: e si pensa qui principalmente a Angelo Conti ed al suo legame definito “misterioso” fra le forme artistiche, già presente nel Giorgione21 in attesa della codificazione della Beata Riva, resa attuabile in quella forma solo a fianco e per mezzo della lezione poetica dannunziana22.
Nemmeno la Giaconi, e non solo nella sua vita di pittrice-poeta, rimarrà estranea a tali principi, pur nelle sue per lo più scabre e sfumate attenzioni paesistiche; i suoi contatti saranno a livello di atmosfera lirica, più evidenti nelle pièces lunari della raccolta.
Ma soprattutto la contaminazione poesia – pittura paesistica si evidenzia nell’unico esempio di prosa di lei che possediamo, quella traccia di “poème en prose”, per altro inferiore al livello dei versi giaconiani, che è Il Biancospino23:
Prendi dunque la mia mano. Ed ancora per quei sentieri che non sai trovare, fra i susurri (non tu anche del mare ami le voci eterne?) e il sol che inora i boschi melanconici, verrai meco o fratello. Io ti farò sentire come è dolce di quei boschi l’aulire vago; e la pace che non cangia mai come è dolce… Verrai meco a l’eterno oblio dei cimiteri ermi, sì greve, io ti dirò come quel sonno è lieve se l’irrora di pianto un cuor fraterno…
Verrai, ne l’ineffabile mistero de’ vesperi, (e tu pure ami quell’ora pallida?) e ti dirò come s’irrora di tremule rugiade ogni sentiero…
Verrai sul mare ove un pallor si effonde arcanamente, come una tristezza umana… Io ti dirò quanta dolcezza che pianto arcano nel mio cuor s’asconde.
E tu allora potrai dirmi in quel sogno qualche cosa di sacro, una parola ineffabile e mesta, per me sola che poi perdasi lieve al par di un sogno24.
Luisa G.
Febbraio 1895
Le rose della Morte
(nei claustri)
Io vidi, nei profondi claustri, sola,
Una giovine morta; scesi i densi
Veli su lei del Silenzio; scesi immensi
Fiumi, intorno, d’oblìo senza parola.
E un Sogno immenso, un brivido, un
Pensiero Sovrumano su lei, l’ombra distesa
Nell’ombra, (morta?) come nell’attesa
D’altre cose, albeggianti nel Mistero.
Io vidi, oh! vidi come cuori umani
Gli esili ceri struggersi in ardenti
Lagrime, e su le pallide moventi
Fiamme passar dei soffi oltrechéumani.
Io vidi – oh arcane e sconsolate cose! –
Sul petto inerte, e in quelle mani come
Tenui fiori marmorei senza nome
Vidi mucchi di moribonde rose25
Io chiesi: è morta? Squàrciati o Mistero Ineffabile! È il Sogno ora la Vita?.
Non ode ella nel sonno l’infinita
Parola? … Io piansi: Squàrciati o Mistero!
Oh grandi e sconsolate cose! Io
Vedeva quelle stanche rose, lente
Morire; come cuori, umanamente
Morire… E piansi in quel supremo Oblìo.
Maggio 1896
Ad un Salcio
O tu salcio che ne le fresche aurore
Stilli il notturno pianto
De le rugiade, pendulo sul cuore
De la terra materna, e a l’acque a canto;
Ô tu salcio a cui nei vesperi soli
Quando inargenta i cieli
Il plenilunio, vengon li usignoli
Cantando sovra i tuoi penduli steli,
Perché mai piangi? Perché mai l’arcana
Anima de le frondi
Non sogna mai l’immensità lontana,
Non s’erge ai cieli taciti e profondi?
Qual rimpianto ti piega o quale sogno
Sovra il materno cuore,
O salcio, tu che non hai mai bisogno
Di primavere, che non getti il fiore?
Oh! lascia che il mio cuore triste, pianga!
Lascia i tedii supremi
Al cuore triste; e ch’ei solo rimpianga
L’ombre fuggenti de le umane spemi.
Tu, non piangere. Un giorno, (oh mio sospiro
Di pace!) un giorno, al fine
Anch’io, lasciando l’aure di zaffiro,
Verrò, ne l’ombre de l’Oblio divine.
Io vorrò allora riposarmi; e allora
Potrai forse i poemi
Lievi del Sonno susurrarmi, e l’ora
Stanca cullar di aneliti supremi.
Gennaio 1897
Rosei fiori…
Rosei fiori già smorti adesso già tenui, come ale
A cui vibrato strale la morte con sibilo apporti,
Rosei fiori cui brevi aurore ingemmaron di pianto,
E che nel vago incanto auliste come anime, lievi,
Quali rugiade o quali gentili tepori di sole
Che ancor bagnan le aiuole in cui vi schiudeste, come ali,
Vi renderanno il dolce sorriso fiorente al bel cielo
E avviveran lo stelo cadente che più non soffolce?
Rosee labbra già smorte, come alvi di estinte corolle
Cui non ravvivi il molle effluvio d’aurore risorte.
Rosee labbra ridenti negli anni lontani al celeste
Lume de’ sogni, e meste (oh tedii de l’anima lenti!)
E mute scoloriste, serbando parole supreme
In una vana speme di baci, in un fremito triste
Di pianto, ah, qual ritorno di cose lontane, smarrite
Potrà rendervi il mite divino sorriso di un giorno?26
13 febbraio 1897
Vento d’Autunno
Quale, il tuo soffio suscita ai montani27
Silenzi, immenso fremito sonoro!
Per cui levano i boschi antichi un coro
Lungo di voci e d’organi lontani.
E scendi tu più lieve ai mesti piani
Ove apre i solchi l’ultimo lavoro,
E la vite dei suoi pampini d’oro
Dispogli lento, con sospiri arcani.
Né ora il fido verdeggiar de li orti
T’accoglie; sol del lauro severo
La eterna chioma a te piegando, freme.
Lenti e pensosi curvano il leggero
Stelo gli ultimi fiori a cui tu porti
L’onda di voci pallide e supreme.
sf.; s.d.
Sorrisi
Nel sogno Egli tornava a me; nel sogno
Vedevo ancor quelli umidi occhi come
Fiamme di desideri senza nome
Splendere; Ei sol d’amore avea bisogno,
D’amore… Oh! Lungo fu l’oblio e triste;
Lunghi gli anni ch’Ei tacque a me lontano,
Come sogno a cui tese erano in vano
La palme; oh lungo fu l’oblìo e triste.
Nel sogno (poi ché la Vita è sì priva
Di luce), Egli veniva ancora. In torno
Come un risveglio, per quel suo ritorno
Lieto, una primavera nuova auliva.
Io sentiva fluire musicali
Parole da le mie labbra – fiorirmi
Desiderii ne l’anima; fiorirmi In torno dei sorrisi spiritali.
Ma fu dunque nel sogno? Una suprema
Gioia venìa da le sue labbra vive
A le mie labbra, così a lungo prive
Di baci… Il cuore triste ancora ne trema28.
sf.; s d.
Canto di Giovinezza
“O dell’arida vita unico fiore!’
Tu doni meste e fuggitive l’ore
Al Tempo eterno o Giovinezza, quali
Lacrime lente eguali
Pioventi da una fonte erma che muore;
Mute (ed il cuore ne susulta a pena)
Volgon pei campi de l’oblio silenti
A li oceàni lenti
De l’Infinito, come tenue vena.
Già la caligin vela li orizzonti
Degli anni morti; già ne l’aure spente
Piangono fiocamente
Canti di sogni e mormorii di fonti,
Aridi sogni aride fonti! Miti
Odori di defunte primavere
Palpiti di leggere
Ali, pallòr di anemoni sfioriti…
Passi, tu ô lieve giovinezza; e in torno al cuor profondo l’anima dei fiori
Palpita nei tepori
Lievi d’un’alba che si muta in giorno;
Luci di stelle tremolan di vaghi
Cieli ne l’ombra dolcemente, quali
Fluide perle immortali
Nate da l’onda d’infiniti laghi.
Passi tu ô lieve giovinezza. E lunge
Nei deserti del Sogno e della Vita
Tremulo splende, e invita
Un mistero l’incerta anima, e punge,
Tremano echi d’armonie lontane
Che la terra sospira; e il cuore ascolta
Trepido d’insepolta
Speme, il susurro de le cose vane.
sf.; sd
Una voce nel tempo
“Ancora ti sogna la mia anima dolente ancora? … non volli obliare e non obliai?
Non vidi in altri occhi più dolci e profondi de’ tuoi la muta e divina promessa dell’amore? e in vano… Tu fuggi; ma per quali mari ma per quali terre remote, non so. Mai le tue labbra toccarono le mie; io non udii mai parole d’amore da te; il mio sogno fu dei più taciti e soli.
Ma oh no, per Iddio, non negare che mi amasti un giorno e che una dolcezza di sogni vegliò nel tuo cuore nel tuo muto cuore o fratello per me. Non negare.
Ancora ti sogna la mia anima dolente ancora? … non volli obliare e non obliai?
L’ Autunno ritorna. Le bianche rose dei giardini si sfogliano, e i crisantemi fioriscono, in vece, il vento fa piangere i salci e piega i cipressi de gli ermi viali; le foglie d’oro galleggiano ne le vasche morte. E tu parti! … Chi ti dirà mai la triste dolcezza la triste forza del mio amore? Le lacrime del cielo e dei fiori ti parranno mai quelle ch’io piansi o fratello?
Ancora ti chiama ancora ti cerca la mia anima dolente, ancora? … non volli obliare e non obliai?”
Così Ella. E venne Una un giorno che alfine le impose silenzio. Ella ebbe dei gigli tra i fragili arti Ella ebbe sul capo un diadema» di pallide rose, e a tutti sembrò ch’Ella alfine tacesse per sempre.
sf.;
Note
1) Luisa Giaconi nacque a Firenze nel 1872; figlia di un insegnante di matematica, per seguire il padre visse in giovinezza in varie città italiane; alla morte di lui si ristabilì a Firenze. Qui conseguì il Diploma dell’Accademia di Belle Arti, che le servì anche per guadagnarsi da vivere dipingendo copie su commissione; lavorò fra l’altro agli Uffizi, alle scuole fiamminga e veneta: è testimoniato che dipingesse una copia della Flora di Tiziano (Cfr. lett. a Angiolo Orvieto, s.d., «Caro amico debbo avvertirla…», A.C.G.V., Fondo Orvieto, Carteggi, G. 7).
Un piccolo auto-ritratto ad acquerello, inviato ad Angiolo Orvieto, è conservato nello stesso Fondo Orvieto. Dal carteggio si ha inoltre notizia che un altro suo dipinto fu vinto da Amalia Orvieto, madre di Angiolo, in una fiera di beneficenza, nel 1897.
Morì a Fiesole il 18 luglio 1908. Ben poco si sa degli ultimi anni di vita: la corrispondenza con Angiolo Orvieto porta infatti le date estreme 4 gennaio 1895 – 31 gennaio 1900 (anche se poesie della Giaconi furono pubblicate sul «Marzocco» in anni più tardi).
La prefazione di G. S. GARGÀNO lascia intendere che la malattia che la portò alla morte già la minasse da diversi anni (G. S. Gargàno, Prefazione a Tebaide, 2°, Bologna, Zanichelli, 1912, p. VI).
2) L’amicizia con Enrico Nencioni è testimoniata anche in due lettere a Angiolo Orvieto, Firenze 8 maggio 1895 e s.d. (ma probabilmente primavera – estate 1895) A. C. G. V., ibid. Non si conoscono le vie attraverso le quali nacque l’amicizia: forse tramite lo zio di lei Tommaso Guarducci; va comunque notato che i due poeti abitavano in quegli anni entrambi in via delle Caldaie.
3) Tutti i testi qui proposti si trovano conservati presso l’A. C. G. V. Fondo Orvieto, G. 7. I manoscritti risultano autografi.
4) Oltre le composizioni qui presentate sono conservati nel Fondo Orvieto i manoscritti di Armonia, Senz’ombra d’AmoreChopin e Silenzio autografi della Giaconi, pubblicate le prime due già nel «Marzocco», Armonia riproposta in Tebaide, 1° ed, Bologna, Zanichelli, 1909, ed infine tutte e quattro in Tebaide, 2°ed, cit.
Va osservato che nel testo edito di Silenzio mancano completamente i vv. 9-12 del ms.: “Taci pure. Talvolta (vuoi?) qualcosa / Come un arcano anelito di sensi / Supremi, come il sospirar d’immensi / Canti, ti terrà l’anima pensosa…”
E inoltre citiamo le varianti: v. 13 del ms.: Così. Talora tendersi da lunge; vv. 15-16 del ms.: Invocazione; (e sembri a noi che frema / Qualche misteriosa arpa, da lunge.): v. 17: Oh! Taci pure; v. 18: Sogni, la Vita; vv. 19-20: e l’anima mia culla/ Lento, in folgorio tremulo d’ali. Inoltre vi si trova la trascrizione di altra mano (Gargàno?) di Dianora (datata 1904) e Dalla mia notte lontana, la seconda presente in Tebaide, I° ed., cit., ed entrambe in Tebaide, 2°ed., cit.
5 ) Cfr. lett. a Angiolo Orvieto, s.d. (ma: agosto 1897) in cui si fa cenno a nuove disposizioni del giornale che le lasciano intendere «di non osare di mandar più qualcosa» (A. C. G. V., Fondo Orvieto, cit.).
Il discorso è ripreso nella lettera a Enrico Corradini del 20 gennaio 1898 (ibid.) a Angiolo Orvieto, 5 aprile 1895 [d.t.p.file:////Users/admin2019/Library/Group%20Containers/UBF8T346G9.Office/TemporaryItems/msohtmlclip/clip_image026.jpg” alt=”” width=”3″ height=”6″ />
22 ) A. CONTI, La Beata Riva, Milano, Treves, 1900.
23) La prosa, di complessive cc. 6 manoscritte autografe, è datata maggio 1896. Il Biancospino è l’unica prosa della Giaconi attualmente nota. La Giaconi fu forse spinta a scrivere non in versi da un motivo contingente, perché talvolta, come nota Gargàno, si lamentava che qualcuno scambiasse i suoi versi per prosa armoniosa (Prefazione di G. S. Gargàno a Tebaide, 2°, ed. cit., p. IX). La descrizione lunare rientra pienamente nella tradizione dell’epoca, e non solo letteraria: si pensi ai dipinti di ispirazione lunare di De Maria (“Marius Pictor”) anch’egli fra i corrispondenti del Marzocco.
24) Cfr. G. D’ANNUNZIO, Poema Paradisiaco, Consolazione, ed in particolare i vv. 5-8 e 29-32 per i vv. 16-20 e 5-8 della Giaconi.
25) Oltre alle immagini topiche che rimandano immediatamente al Nencioni, sulla visione delle mani in particolare cfr. L. GIACONI, Le morte mani, Tebaide, 2 ° , cit., p. 69, e il celeberrimo Le mani in G. D’Annunzio, Poema paradisiaco.
26 ) Per la fortuna dello schema metrico con rima interna qui seguito dalla Giaconi si rimanda in primo luogo ad alcune fra le Elegie Romane dannunziane (Villa d’Este ecc.).
27 ) In interlinea è indicata la variante, fra parentesi: sveglia pei montani.
28) Cfr. G. D’ANNUNZIO, Poema Paradisiaco, Aprile, in particolare per i v.v. 38-40.
29) Nel ms.: diadeda, si tratta evidentemente di un refuso.
Luisa Giaconi
Nota bibliografica
Oltre alle già citate edizioni della 16:57:04, Bologna, Zanichelli, 1909 e, con numerose aggiunte, Bologna, Zanichelli, 1912, rispettivamente con un Epilogo e una Prefazione di G. S. Gargàno, ricordiamo che furono complessivamente pubblicate sul «Marzocco» 21 liriche (per le quali rimandiamo agli Indici del Marzocco, a cura di Clementina Rotondi, Firenze, Olschki, 1980) dal 19 aprile 1896 al 21 febbraio 1909.
Di tutte le composizioni proposte dalla rivista degli Orvieto non furono ristampate nelle due edizioni della Tebaide soltanto: I fantasmi («Il Marzocco», 19.9.1897), Il giardino chiuso (ibid., 18.7.1897), Oltre la vita (ibid. 29.9.1901) Orto antico (ibid. 5.9.1897) Le visioni del mare; La prora (ibid. 24.1.1897).
Due liriche della Giaconi, Philomela e Nel bosco furono inserite nell’antologia Dai nostri poeti viventi, a cura di Eugenia Levi, Firenze, Le Monnier 1896, composizioni assenti entrambe dalla Tebaide.
La Giaconi fu molto lieta che dette poesie fossero state scelte dalla Sig.ra Levi per la sua raccolta (cfr. lettera di L. GIACONI a Angiolo Orvieto, 15 novembre 1895, A. C. G. V., Fondo Orvieto, cit.).
È interessante ricordare che Luisa Giaconi sperò inoltre a lungo nella pubblicazione di una sua raccolta di versi ad opera del Paggi, con il quale sembra fosse già in parola; ma in seguito alle vicende fallimentari dell’editore dell’estate 1897 tutto fu annullato in modo alquanto brusco, cosa di cui la poetessa si rammaricò molto (cfr. lettere a Angiolo Orvieto del 14 luglio 1897; 31 luglio 1897; 5 agosto 1897; A. C. G. V., Fondo Orvieto, cit.).
Tale raccolta in effetti non vide mai la luce; si può supporre che la prima edizione della Tebaide comprenda alcune delle liriche scelte dalla poetessa per il Paggi.
La collaborazione a «Cordelia» sembra essersi limitata a Fides, già citata, uscita nel n° 19, I marzo 1896, p. 226.
Sporadici gli interventi nel corso del secolo sulla poesia giaconiana: si ricordano unitamente alle antologie che hanno accolto composizioni della medesima:
ANGIOLO ORVIETO, Un poeta del silenzio: Luisa Giaconi, in «Il Marzocco», Firenze, 26 luglio 1908.
GARGÀNO Le poesie di Luisa Giaconi, in «Il Marzocco», Firenze, 22 novembre 1908. A. SORANI, La poesia di Luisa Giaconi, ibid.
[GARGÀNO], Marginalia, in «Il Marzocco» 20 agosto 1916 (parlando di Guido Gozzano si fa riferimento alla poetessa, ricordando che lo stesso Gozzano ne scriveva a Gargàno ponendola a modello di onestà artistica).
CECCHI, in «La Tribuna», 19 marzo 1912.
MAZZONI, L’Ottocento, in Storia Letteraria d’Italia, Milano, Vallardi, 1913. Antologia della lirica italiana, a cura di A. Ottolini, Milano, Taddeo, 1923.
GALLETTI -A. ALTEROCCA La Letteratura italiana, Bologna, Cappelli, 1924.
CUCHEITI, La Poetessa Luisa Giaconi, Venezia, Libreria Emiliana editrice, 1928.
SPAGNOLEITI, in «La ruota», febbraio 1943.
SPAGNOLETTI, Antologia di poesia italiana contemporanea, 1° vol., Firenze, Vallecchi, 1946.
ANNESI PALIERI, Una Poetessa dimenticata, in «Paese Sera», 9 maggio 1953.
Poeti minori dell’Ottocento, a cura di E. Janni; Milano, B.U.R., 1958.
Inoltre, per la nota vicenda legata alla poesia Dianora e a Dino Campana, rimandiamo principalmente a E. FALQUI, Inediti di Dino Campana, Firenze, Vallecchi, 1942, pp. 321-24, e E. FALQUI, Cronistoria dei Canti Orfici, Firenze, Vallecchi, 1960.
Riassumendo brevemente, la lirica, che pure faceva parte della Tebaide, 2° ed., fu trascritta con alcune varianti dal Campana e inviata a Mario Novaro, perché la pubblicasse sulla «Riviera Ligure» rendendo omaggio alla sfortunata poetessa.
Questi la stampò nel numero della rivista del maggio 1916 (E. FALQUI, Cronistoria…., cit. pp. 104-109). Si cfr. in particolare la lettera s.d. (ma anteriore al maggio 1916) di Dino Campana a Mario Novaro (ora anche in E FALQUI, Novecento letterario italiano, vol. V, p. 132, Firenze Vallecchi 1973).
La copia manoscritta della lirica, rimasta fra le carte di Dino Campana, fu successivamente ritenuta da Bino Binazzi opera dello stesso poeta.
Poche pennellate per un ritratto. Il ritratto di un’anima, di una donna, di una poeta, la cui breve esistenza è stata segnata da una ricerca di senso al proprio vivere e da un ineludibile ardore artistico.
Luisa Giaconi.
Un’autrice purtroppo a lungo dimenticata, comparsa qua e là in sporadiche antologie, tra queste, in: E. Levi, Dai nostri poeti viventi (1896, 1903) G. Viazzi, Poeti simbolisti e liberty in Italia (1971), Dal simbolismo al deco: antologia poetica cronologicamente disposta (1981); S. Raffo, Donna, mistero senza fine bello: la poesia femminile d’occidente dalla Grecia classica alle soglie del XIX secolo, (1994).
Si deve all’attenzione di Maria Luisa Spaziani il merito di averne maggiormente riconosciuto il valore nel suo Donne in poesia (Marsilio, 1992), introducendo il nome di Luisa Giaconi tra le sue interviste immaginarie, accanto a molte poete del panorama mondiale a cavallo tra l’Ottocento e il Novecento (Dickinson, Achmatova, Cvetaeva, Lasker-Schüler, Bachmann) e alle italiane Amalia Guglielminetti, Ada Negri, Vittoria Aganoor Pompilij, Antonia Pozzi.
“Chi fu e che fece, in mezzo alle altre, questa creatura così alta?”
(G.S. Gargano, epilogo a Tebaide)
Di lei, oltre al ritratto dipinto dall’amica Romea Ravazzi, non molte sono le notizie pervenute, in parte grazie al rinvenimento di un epistolario e in parte alla sua raccolta Tebaide, pubblicata postuma, da cui si può desumere l’immagine di una figura delicata, fors’anche timida e schiva, amante del silenzio e della solitudine; un animo dedito alla riflessione e al vagheggiamento, con una spiccata vocazione poetica. Un’esistenza sommessa e riservata, la sua, fuori dai clamori e dalla mondanità.
[…]
Ma veniva essa da un mondo ignoto, un mondo lontano,
sola, come mai fu solo chi andò fra i sogni errabondo
[…]
(L’immagine, vv 13-14)
Nasce a Firenze, il 18 giugno 1870 in una famiglia di nobili origini.
Con la sorella Alba e la madre Emma Guarducci, si sposta in varie città italiane per seguire i trasferimenti del padre, Carlo, insegnante di matematica. Dopo la morte di questi, torna a Firenze, dove si diploma alla Regia Accademia di Belle Arti, che le permetterà di avvicinarsi ai grandi capolavori di artisti del passato e di vivere dignitosamente svolgendo l’attività di copista di dipinti presso musei e gallerie d’arte.
Una sensibilità artistica che, pertanto, esplicita sia nella pittura che nella poesia.
È un’attenta lettrice, in particolar modo dei classici, Dante, Petrarca, Foscolo, dei filosofi Emerson e Schopenhauer. Non meno, fra i suoi interessi, c’è l’ascolto della musica, di Beethoven e Chopin.
Per quanto difficile per una donna di quell’epoca, partecipa alla vita culturale della Firenze di fine ‘800. Contesto che le permette di stringere amicizia con alcuni intellettuali, tra cui Angiolo Orvieto (fondatore della rivista Marzocco) e col poeta Enrico Nencioni, suo vicino di casa, nel quartiere di Santo Spirito, grazie al quale intensifica lo studio della lingua e della letteratura inglese.
Del carteggio di circa 200 lettere, ritrovato, assieme ad alcuni inediti, dalla studiosa Manuela Brotto, in un archivio privato, otto lettere sono indirizzate a Giuseppe Saverio Gargano, critico e collaboratore del «Marzocco»; missive riconducibili ai mesi di agosto e settembre del 1899, durante una vacanza, in una località montana, non ben precisata, di nome Badia, con l’amica Romea.
Il carteggio testimonia la breve relazione avuta col Gargano, lui ha 40 anni, lei 29 anni, terminata alla fine del 1899, quando, con l’acuirsi dei suoi problemi di salute, Luisa è costretta a una vita ritirata, in cui però, sebbene lontana dalla cerchia letteraria fiorentina, continua a comporre ancora liriche di intensa bellezza.
Rivolgendosi a Giuseppe Saverio con l’affettuoso vezzeggiativo Cherilo (alludendo forse al poeta tragico della antica Grecia Cherilo di Samo, VI-V sec. a.C.), ella manifesta un impeto sincero, appassionato e sensuale:
… penso a come sono stata avvinta a te, al tuo petto all’anima tua, e a come le mie labbra hanno aspirata dalle tue labbra l’essenza della vita, la vera, la pura, la buona essenza. (lettera I)
… fra pochi giorni tu mi stringerai a te e tu vorrai ancora bere la dolcezza profonda dei nostri baci, senza ombre senza timori. (lettera V)
variando nei toni a tratti scherzosi:
non fumare troppo, ricordati che avevi deciso di smettere, ti permetto di fare della ginnastica, anche acquista forze per sostenere la mia pinguedine! (lettera III)
a tratti malinconici:
Non ti affliggere per la tristezza che qualche volta mi prende; è l’ombra dell’amare. (lettera III)
come quando, ad esempio, esprime la delusione, il rammarico per le poche missive che lui le invia:
Nemmeno stasera tu mi hai scritto, ciò mi ha reso un po’ triste, ma spero domani mattina. (lettera I)
… faccio delle piccole passeggiate nel bosco, e vado alla posta sempre alla sera, qualche volta anche la mattina, ma ahimè spesso me ne ritorno delusa; ma di questo bisogna incolpare la mia avidità di notizie. (lettera II)
Dalle parole affiora una donna capace di un amore spontaneo e di grande dedizione:
… io metterò tutta la mia vita nelle tue mani. (lettera IV)
Cherilo è la tua gioia, è la tua pace che io voglio, ed io non esiterei a sacrificarti la mia parte di felicità, purché tu non dovessi piangere mai. (lettera III)
E se c’è una nube nel mio cielo d’amore è il tuo sconforto; perché io ti vorrei felice come nessuno uomo al mondo; e vorrei che a me fosse data la grazia suprema di sollevarti in alto, nella gioia ultima. (lettera V)
ma al tempo stesso calata praticamente nella vita di ogni giorno; una donna dalla personalità vivace, riflessiva, lontana dalle mode e dalle convenzioni sociali, animata da ideali e passioni nonché da incertezze e preoccupazioni, consapevole del male che sta consumando lentamente il suo corpo.
La mia anima vede con la più grande lucidità questo suo corpo lottare contro una corrente più forte di lui, e, cosa strana, mi pare anche che questo corpo non sia mio, ma un altro che io contemplo nelle sue sofferenze, e che io abbia in me tutte le forze della giovinezza e della salute.
(G.S. Gargano, prefazione a Tebaide 1912)
Questa l’immagine di Luisa Giaconi che le sue lettere ci restituiscono.
“Luisa Giaconi cercò ella stessa l’oscurità e il silenzio. Con l’istinto che rivelava nello stesso tempo l’elevazione del suo spirito e la più squisita delicatezza femminile, le parve cosa piccola ed inutile cercare i mezzi coi quali ordinariamente si giunge a salire qualche gradino di quella pubblica tribuna intorno alla quale s’agita sempre ondeggiante la folla senza nome”.
(G.S. Gargano, epilogo a Tebaide)
Nel silenzio e nella solitudine sono scandite le sue giornate.
Silenzio e solitudine ricercati dunque per meglio abbandonarsi alla contemplazione, alle sue rêveries:
Errai nei campi del Sogno
in una bianca, divina
luce d’aurora. Oh visioni
di verde mari lontani!
Oh visioni di stelle
Sovra il pallore dei cieli!
Errai per dolci sentieri;
discesi a le valli profonde.
[…]
Io sola, mite e serena
In quei silenzi d’aurora
Scesi alle valli profonde
Ed ai mari de l’infinito
(Nei muti campi del sogno vv 1- 8, vv 21-24)
per rispondere alle urgenze della sua anima, per sciogliere i nodi del cuore, per catturarne le vibrazioni, dando loro forma ed essenza, mediante il ricorso alla scrittura poetica.
[…]
Vano rifugio che rimane aperto
ai vènti; canto di richiusa vena;
nido non fatto, che lasciam deserto,
prima del giorno, e ove posammo a pena.
(Il rifugio vv 63 – 66)
Le sue composizioni appaiono in varie riviste, come in «L’idea liberale», «Cordelia» e, soprattutto, in «Marzocco», ma mai in una silloge, se non con la pubblicazione postuma di Tebaide. Poesie, con la casa editrice Zanichelli, nel 1909.
Già qualche mese prima della morte, confidando nell’attenzione di qualche editore, l’autrice cura, fin nei più minimi dettagli, l’eventuale stampa di una sua opera, pianificando con precisione la struttura e la successione delle 18 liriche selezionate dalla sua produzione, come anche la scelta del titolo: Tebaide, appunto. Titolo di significativa evocazione, che rimanda, non a caso, alla nota esperienza di romitaggio, di quiete, d’ascesi e preghiera dei primi anacoreti nella desertica regione dell’antico Egitto.
“Poeta del silenzio” è definita da Angiolo Orvieto.
Tebaide, quindi, è il riflesso della sua intima ansia per una pace silenziosa, per una solitudine da vivere nella quotidianità e nella creazione poetica. Tebaide come rifugio, come soglia verso una terra agognata, silenziosa terra, oasi immensa, silente, lontana, tempio supremo, alta la provvida liberatrice. Questi gli attributi, gli appellativi espressi nella poesia d’apertura, che riporta lo stesso titolo della raccolta, facendone quasi una personale attestazione poetica.
L’edizione si apre con la dedica:
“ad Anna Montagnon /dolce anima sorella/ L. G.”
Tebaide è un originale florilegio, che racchiude una realizzazione lirica tra le più singolari e moderne nel panorama delle composizioni femminili a cavallo tra Ottocento e Novecento. Ricca di suggestioni, presenta tracce di ispirazione simbolista, del Romanticismo inglese e dei Preraffaelliti. Non mancano tuttavia riprese riconducibili al Decadentismo, a D’Annunzio e, soprattutto, al Pascoli, dei Poemi Conviviali e dei Canti di Castelvecchio, (i sistri d’argento della poesia Il vento; nido non fatto, che lasciam deserto/prima del giorno della poesia Il rifugio;cuore di un cipresso, in La casa sul monte) con un’impronta tutta peculiarmente sua.
Riecheggiano anche versi da Leopardi e da Petrarca (l’ora muta in cui tu lento cammini/ lungo le solitudini pensose/de’ sogni, in L’ora divina).
Il suo poetare evidenzia una ricerca metrica, stilistica e linguistica accurata e suggestiva, tesa alla perfezione, che non manca tra l’altro di una meticolosa esplorazione di carattere esistenziale e filosofico.
“Tutta la sua poesia (ancora si può dire ignota) è un continuo anelito a quelle altezze e a quelle profondità, uno sforzo sempre più vittorioso di costringere la parola ad esprimerle, di trovare nelle ondeggianti e grandiose melopee dell’Infinito la linea melodica che ne riveli la musica anche nelle anime meno attente.”
(Angiolo Orvieto, in Gargano, Epilogo)
È un verseggiare fine, arioso, aggraziato da sonorità armoniche, a volte elegiaco e visionario a volte inquieto e drammatico, che, assecondando gli stati d’animo e la sensibilità di uno spirito femminile, ne segue il ritmo, ora cadenzato ora ansante.
Eretta Ella nel lampo del sol morente, cantava
un antico e lento poema suo; fremeva di ritmi
profondi il silenzio de’ lauri solenne come eco;
cantavano i cieli con echi vasti di luce d’oro.
[…]
Diceva Ella il poema suo vasto ed antico dinanzi
a un’ara invisibile; e faci magiche eran le vite
arboree accese ne l’ora fiammea, ed incenso
la errante pei cieli odorosa anima dei fiori.
(Armonia vv1-4; vv 9-12)
La Giaconi alle tonalità accese, chiassose del giorno, crude e assolate dei mezzogiorni, predilige nelle sue strofe le atmosfere crepuscolari, velate, serotine e principalmente notturne, che inducono all’intimismo, sintonici col suo sentire, col suo io interiore, aderente alle corde della sua anima, pensosa e sognatrice.
E a notte, nel silenzio di Dio, a fiore dell’ombra,
come il riflesso d’una stella sul mare infinito,
vedevi una tua luce, un tuo fioco astro romito
l’Anima, che mai non s’adombra,
vedevi che splendeva sola nel tuo gran deserto,
che sola t’accendea la vita oltre i suoi confini,
che ti scaldava sola i germi del cuore divini,
come in un solco grande aperto.
(L’ultima pagina, vv 37-44)
Un modulare semantico che riflette dunque uno scavo profondo, tutto introspettivo e meditativo.
Ma altri nuclei ispiratori, altri temi nodali ritroviamo nelle sue liriche, come il senso del mistero e dell’imponderabile che circonda la vita tutta:
[…]
il giorno, ch’è fra due notti,
come la vita nel nulla,
che nel mistero ci culla;
un sogno anch’esso e non più.
(L’alba vv 17- 20)
il sogno, il suo fascino e il suo disincanto:
[…]
Li autunni non furon che eterne primavere velate
di pianto; e la vita fu sogno e l’amore fu sogno,
e parvero sogni le luci delli astri, e la dolcezza
dei fiori, ed il tempo, e la morte. Poi che noi siamo sogni.
(Tebaide, (vv 21-24)
Come non ricordare qui le parole di Prospero nella I scena del IV atto de La tempesta di Shakespeare “Noi siamo della materia di cui son fatti i sogni, e la nostra breve vita è circondata da un sonno”; il dualismo tra l’oggetto onirico e la realtà, l’illusione di entrambi, poiché tutto è sogno, e, con un esplicito richiamo al Qōhelet e ai Canti di Leopardi, tutto è sconfinata vanità che illude;
l’amore nella sua accezione di desiderio vitale ed erotico, di sentimento sovente doloroso, ma anche nella sua valenza cosmica e spirituale:
[…]
Oh averti con me nella notte che accieca, che avvolge,
cercare con li occhi il mistero delli occhi, cercare
coi labbri il mistero dei labbri, essere una fremente
dolcezza che silenziosamente imperi su l’ombra…
Sentire nei sogni supremi la grazia che ebbero
all’aurora; sentire ancora nei baci supremi
un pianto di gioie più grandi de la vita… colmare
noi come un infinito ritmo la notte, la morte.
(Voto, vv 9-16)
l’inquietudine, la morte, come soglia verso un mondo altro, superno, l’anelito verso l’infinito:
[…]
meta dolce, meta ultima che s’ama
raggiunger quando l’anima ha bisogno
non della terra – or nulla vi brama
più – ma d’un eco per il suo gran sogno:
l’Infinito
(Il rifugio vv 29 – 33)
e infine la Natura, contemplata e percepita non nella sua oggettività quanto piuttosto nella sua dimensione segreta, arcana, orfica:
[…]
E avea per tempio, nelle solitarie
notti, la valle misteriosa e il tacito monte,
tempio che s’allungava immenso fino all’orizzonte
sotto le stelle millenarie
[…]
La terra palpitava chiusa nel suo gran mistero
[…]
(Le due preghiere vv 31- 34; v 51)
una natura delicatamente permeata da lucori e ombre, oppure attraversata da forze e impeti incoercibili, di fronte ai quali c’è la resa, l’inermità, come nella bellissima poesia Il vento con cui si chiude la raccolta:
Qualcuno spinge la mia porta, l’agita violento;
qualcuno piange con dei lunghi gemiti stasera,
uno che corse sibilando per la notte nera…
È il vento che si leva, è il vento
(Il vento vv 1-4)
che prosegue nel ritornello delle successive strofe con un climax in crescendo di vorticosa intensità: il vento che si leva… si lagna… riposa… cammina… che mi cerca… che c’incalza.
Ed è qui, nel 19° verso, che si scorge il tragico accenno premonitore della sua vita, un soffio sveglia la mia lunga tosse funesta: la morte di Luisa a soli 38 anni, avvenuta a Fiesole il 18 luglio 1908, a causa della tubercolosi contratta da ragazza.
La raccolta ha in chiusura l’epilogo di G. S. Gargàno, in cui egli esprime non solo il rimpianto per la sua precoce morte ma anche, con accenti un po’ edulcoranti e agiografici, la nobiltà e l’armonia della sua persona che “diffondeva intorno a sé quasi una malinconica grazia, pari all’aroma dell’ambrosia che lasciavano al loro passare, le antiche dee. E quel segno era indimenticabile.”
Tebaide ha un buon successo di pubblico e di critica. Il poeta crepuscolare Guido Gozzano, così affine al sentire Giaconiano, in una lettera inviata al Gargano, afferma la sua stima per la persona e per la poeta: “Luisa Giaconi! Ecco il modello che ogni artista onesto dovrebbe proporsi nella vita letteraria o non. Invece!”
Nel 1912 Gargano, addolorato dal lutto della morte della sua amata, si adopera per una seconda edizione di Tebaide, sempre con l’editore Zanichelli, con l’aggiunta di 26 inediti, portando così a 44 composizioni in tutto, divise in 4 parti, precedute da una sua prefazione.
Il critico tuttavia stravolge, molto arbitrariamente, l’ossatura compositiva della prima edizione, non solo con l’inserimento delle nuove liriche, ma ponendo come incipit della raccolta la poesia intitolata a Cherilo, quasi a far intendere che l’intera silloge sia a lui dedicata, palesando in tal modo il legame amoroso che li univa ma anche un, non proprio taciuto, senso di vanità e autoreferenzialità.
In alcuni testi si nota inoltre l’intrusione della sua mano, quando qua e là ne manipola gli aspetti stilistici e formali, con indubbie difformità rispetto agli originali.
Qui compare il ritratto di Luisa, realizzato dalla Ravazzi il cui nome, probabilmente per un refuso, risulta scritto Romeo, anziché Romea.
Indossa un abito chiaro, estivo; è seduta con le mani aperte, abbandonate sul grembo; i capelli scuri le incorniciano il volto delicato, bambino, lo sguardo un po’ malinconico, assorto a fissare qualcuno da cui sembra attendere un’attenzione, una qualche parola. Nell’insieme una fisionomia esile, gentile.
All’amica è dedicata il Tempio.
Questa seconda Tebaide si conclude con la poesia Dianora, altrettanto splendida, altrettanto struggente quanto Il vento.
In merito al suddetto componimento c’è una vicenda editoriale che avvicina la Giaconi al poeta Dino Campana. Questi infatti, avendo letto i suoi testi, nella Tebaide dell’edizione 1912, rimane particolarmente colpito da Dianora tanto da segnalarla, come “memorabile” per la “sensibilità neo-greca che è quella della vera poesia italiana moderna”, a Mario Novaro, suo editore. Nel biglietto accluso scrive “una donna di Firenze morta”, senza tuttavia – chissà se consapevolmente o inconsapevolmente – nominarla. Da ciò scaturisce una bizzarra e ambigua situazione, perché la poesia pubblicata col titolo La tua giornata d’amore, il 1/5/1916 ne La Riviera Ligure, di cui Novaro è direttore, porta la firma di “inediti di D.C.”. Solo nel 1941 sulla rivista «Documento» si spiegherà finalmente l’equivoco, col riconoscimento del nome di Luisa Giaconi, quale effettiva autrice di Dianora.
La lirica è definita da Brotto: “un canto universale di vita e di morte, di arte e d’amore”. Nella figura e nella storia di Dianora – nome di fanciulla presente in alcune leggende, non raro in quegli anni a Firenze – si può intravedere la delicata e sensibile personalità di Luisa, la sua esistenza tessuta tra sogni e disillusioni, segnata dalla ricerca di un amore sincero, da un destino d’infelicità e di morte.
Un filo di seta iridescente pare unire silenziosamente la vita e la persona di Luisa a due grandi poete, quasi sue contemporanee: Alfonsina Storni e Antonia Pozzi.
Ritorna lontano. La tua giornata d’amore
passò, la tua ora di sole si spense, Dianora;
[…]
Chi mai in silenzio ora
accende la lampada ai vespri muti del Poeta,
sorride alle sue notti bianche,
bacia le sue palpebre stanche,
chi mai, Dianora?
[…]
Avviati per qualche deserto sentiero che ignori,
per la landa tacita e brulla
dove l’ultima pace culla
chi pianse ed amò, Dianora.
Riposati a qualche cipresso, attendivi l’ora
che tutto ti sembri un immenso e inutile nulla,
o Dianora.
(Dianora, vv 1-2, vv 6- 10, vv 33-39)
Fonti, risorse bibliografiche, siti su Luisa Giaconi
Giaconi, A fiore dell’ombra. Le poesie, le lettere, gli inediti. Saggio di M. Brotto Luisa Giaconi: la donna fiore, Ed. Petite Plaisance, Pistoia 2008
Giaconi, Dalla mia notte lontana, a cura di I. Rabatti, ed. C.R.T., Pistoia 2001
Spaziani, Donne in poesia: interviste immaginarie, Marsilio, Venezia 1992
Frabotta, Il simbolismo nel mondo simbolico femminile tra due secoli, in Les femmes écrivains en Italie (1870-1920): ordres et libertés. Chroniques italiennes nn. 39,40, 1994, Paris, Université de la Sorbonne Nouvelle
Ovunque tu sia,
ovunque tu, immeritatamente,
mi guardi,
ovunque tu stabilisca
io abbia una casa,
fosse pure una prigione grigia,
io so che da qualsiasi pietra
tu puoi far scaturire un fiore
nel perimetro della mia mente.
Tra le tue braccia
Tra le tue braccia
C’è un posto nel mondo
dove il cuore batte forte,
dove rimani senza fiato,
per quanta emozione provi,
dove il tempo si ferma
e non hai più l’età;
quel posto è tra le tue braccia
in cui non invecchia il cuore,
mentre la mente non smette mai di sognare…
Da lì fuggir non potrò
poiché la fantasia d’incanto
risente il nostro calore e no…
non permetterò mai
ch’io possa rinunciar a chi
d’amor mi sa far volar.
Amami
finchè sentirai il calore
di una fiamma tremula
che sempre arde,
difendendosi dai venti di scogliera.
Sono un pensiero
che non vuole mai
legare le tue mani
libere nel mondo,
anche se vorrei
che fossero solo mie.
Amami
ora che non ho parole
per farti innamorare
dei miei silenzi
pieni di gioia,
che non potrai vedere.
Amami ancora,
saranno solo gli occhi
a dirti la mia passione
e le mie labbra,
a raccontarti
cose difficili da dire.
Saremo noi,
un giorno forse
ad abbracciare solo i profumi
dei nostri corpi
senza paura
che l’assenza diventi una cosa vera.
Ieri sera era amore (A Ettore)
“Ieri sera era amore, io e te nella vita fuggitivi e fuggiaschi con un bacio e una bocca come in un quadro astratto: io e te innamorati stupendamente accanto. Io ti ho gemmato e l’ho detto: ma questa mia emozione si è spenta nelle parole”.
Perché t’amo
Perché t’amo e mi sfuggi,
pesce rosso di vita
umido dentro l’erba
palpitante nel sole?
Perché non ho parola
dura come la pietra
che ti ferisca a morte?
Così ti fermerei,
e potrei disegnarti
un arabesco sul cuore.
Sogno d’amore
Se dovessi inventarmi il sogno
del mio amore per te
penserei a un saluto
di baci focosi
alla veduta di un orizzonte spaccato
e a un cane
che si lecca le ferite
sotto il tavolo.
Non vedo niente però
nel nostro amore
che sia l’assoluto di un abbraccio gioioso.
Alla tua salute, Amore mio!
Sono folle di te, amore
che vieni a rintracciare
nei miei trascorsi
questi giocattoli rotti delle mie parole.
Ti faccio dono di tutto
se vuoi,
tanto io sono solo una fanciulla
piena di poesia
e coperta di lacrime salate,
io voglio solo addormentarmi
sulla ripa del cielo stellato
e diventare un dolce vento.
Ti aspetto
Ti aspetto e ogni giorno
mi spengo poco per volta
e ho dimenticato il tuo volto.
Mi chiedono se la mia disperazione
sia pari alla tua assenza
no, è qualcosa di più:
è un gesto di morte fissa
che non ti so regalare.
Accarezzami
Accarezzami, amore
ma come il sole
che tocca la dolce fronte della luna.
Non venirmi a molestare anche tu
con quelle sciocche ricerche
sulle tracce del divino.
Dio arriverà all’alba
se io sarò tra le tue braccia.
Alda Merini
Ho conosciuto in te le meraviglie
Ho conosciuto in te le meraviglie
meraviglie d’amore sì scoperte
che parevano a me delle conchiglie
ove odoravo il mare e le deserte
spiagge corrive e lì dentro l’amore
mi son persa come alla bufera
sempre tenendo fermo questo cuore
che (ben sapevo) amava una chimera.
Kappler-faccia tagliata venne per testimone a raccontarci il massacro. Si disse fanatico e sacro nella sua grande fatica d’abbattere ostaggi, un portone di buio aperto dai fari la cava di Roma antica.
Su quel trofeo di vendetta – sempre più deboli i forti ciechi nel giallo alone del tufo in polvere – in vetta lui solo a sparare per tutti i carnefici arresi all’orrore, lui solo totale furore di mazza sugli innocenti. E tacquero i venti, il silenzio non era del mondo ma di quel sangue assetato.
Kappler-faccia tagliata parlava in tedesco, il pubblico zitto l’interprete muto. Nessuno guardava più in giro, tutti fissi in un punto, quel punto: Kesselring, il viso compunto nell’ordine, il fatto compiuto. E nulla andò perduto di quelle parole, io non le riesco a staccare da me – e non da me, ma dal fitto del petto con cui le respiro. Blut diceva il sangue e tu-fo il tufo come noi, mostrando fra le sue dita la gialla arenaria che frana su quella morte impaurita, sulla giustizia vana che lascia parole.
All’Appia antica se il sole rallegra la via e s’odono i passi perduti dei morti cristiani, ricorda gli eterni minuti di questo supplizio. Domani i giusti saranno con noi nel tempo che i morti non hanno. Or la pietà dell’inganno vi chiude le tombe già aperte perché la morte vi opprima col peso di tutte le offerte, col senno di poi. Per altri innocenti, per altro furore s’accenda la prima la stessa parola d’amore che ci fu tolta: domani.
(da La storia delle vittime, 1966)
.
ALFONSO GATTO
“Ad ascoltarlo [Kappler] erano tutti fissi dai propri banchi: egli descriveva la scena delle esecuzioni, esaltandosi alle sue stesse parole, stancandosi della fatica del massacro come allora, ma senza rompere l’equilibrio necessario… Erano queste stesse precisazioni che spiegavano l’episodio del massacro nel suo svolgimento e lo rendevano terribilmente vero”:Alfonso Gatto (1909-1976) seguì come giornalista del Mattino del popolo di Venezia il processo ad Albert Kesselring e Herbert Kappler, responsabili dell’eccidio delle Fosse Ardeatine, compiuto come rappresaglia dai tedeschi il 24 marzo 1944, all’indomani dell’attentato di Via Rasella nel quale i partigiani uccisero 33 soldati nazisti. Fu una vera e propria strage a sangue freddo: i tedeschi, dopo averli portati nelle cave di pozzolana sull’Ardeatina, uccisero dieci italiani per ogni loro soldato, sbagliando anche i calcoli poiché le vittime furono 335, rastrellate nelle carceri di Via Tasso e di Regina Coeli – in particolare partigiani, monarchici, massoni ed ebrei – e tra i detenuti in attesa di giudizio anche per reati non politici. Poi fecero saltare la cava con le mine per sigillarla. Fu una delle crudeltà più impressionanti e gratuite dell’intera guerra, che lasciò un segno profondo nella coscienza della nuova Italia.
Mausoleo delle Fosse Ardeatine Il 23 marzo 1944, in un’azione di guerra in via Rasella a Roma, un gruppo di partigiani uccideva 33 soldati nazisti e ne feriva 38. Pronta la risposta tedesca: per ogni soldato ucciso sarebbero stati eliminati dieci italiani. Il giorno dopo, 24 marzo, 335 uomini, scelti a caso dalle truppe di occupazione tedesca tra prigionieri politici, tradotti dal carcere di via Tasso, ebrei e civili furono giustiziati. Le vittime vennero poi gettate nelle antiche cave di pozzolana situate a ridosso di via Ardeatina che vennero poi fatte brillare su ordine di Kappler per occultare la carneficina.
I movimenti di automezzi nei pressi del luogo dell’eccidio e le successive esplosioni furono però uditi da alcuni religiosi che si trovavano nelle vicinanze in qualità di guide alle catacombe. Durante la notte, i frati entrarono nelle cave e scoprirono i corpi ammassati uno sull’altro.
Per commemorare il tragico evento, e offrire degna sepoltura ai martiri della resistenza, il governo post-liberazione decise di “erigere sul luogo della vendetta tedesca un monumento a perenne ricordo dei Martiri e di tutti i caduti della guerra di Liberazione”. A questo scopo, nel settembre 1944, il Comune di Roma indisse un concorso – il primo dell’Italia democratica – per l’edificazione di un mausoleo da consacrare simbolo della Resistenza alle violenze del Reich.
I vincitori del concorso, gli architetti Giuseppe Perugini, Nello Aprile e Mario Fiorentini, progettarono un semplice parallelepipedo cavo in cemento a protezione dei sacelli dei martiri posti fuori terra ma in stretto collegamento con il luogo dell’eccidio.
La costruzione del sacrario iniziò il 22 novembre 1947. Nel 1949, il Mausoleo fu inaugurato solennemente in occasione del quinto anniversario della strage. Da allora, ogni 24 marzo, l’evento viene commemorato al cospetto di autorità, associazioni partigiane e di deportati, studenti e comuni cittadini, mentre i nomi delle 335 vittime vengono scanditi ad alta voce.
La suggestiva cancellata da cui si accede al mausoleo è opera dello scultore e pittore Mirko Basaldella. Il senso che assume è altamente simbolico di una scena di feroce massacro tratteggiato dalle figure disperatamente contorte che vi sono rappresentate.
L’imponente gruppo scultoreo in travertino posto sul piazzale è opera dello scultore di Francesco Coccia, e rappresenta tre personaggi a simbolo delle tre età. I corpi ritratti sono orientati rispettivamente verso le cave, verso il luogo delle sepolture e verso il piazzale, come a indicare il percorso al visitatore.
Il film Roma città aperta, struggente capolavoro diretto da Roberto Rossellini nel 1945, con Anna Magnani e Aldo Fabrizi ricorda quei tragici avvenimenti. Aldo Fabrizi è don Pietro, figura che ricorda i due religiosi, Don Giuseppe Morosini, fucilato a Forte Bravetta, e Don Pietro Pappagallo, ucciso nelle Fosse Ardeatine. Anna Magnani, invece, è Pina, la moglie incinta di Fabrizio, uno dei prigionieri condotti alle Fosse Ardeatine. Per cercare di salvarlo, insegue il camion sul quale è stato caricato, ma viene falciata da una raffica di mitra.
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