LUIS CERNUDA-Poesie-Biblioteca DEA SABINA
Biblioteca DEA SABINA
LUIS CERNUDA-Poesie-
LUIS CERNUDA-La poesia di C. si caratterizza agli inizî per l’aspirazione a una forma nitida, “pura”, sull’esempio di J. R. Jiménez, col concorso di un’esperienza metrica che guarda a modelli classici (“décimas, cuartetas”), ma si inquadra presto in una dimensione più precisa, “neoromantica”, per un’ansia di interrogare la propria coscienza, alimentata dal mito di una solitudine insormontabile, tutta percorsa da accenti nostalgici e cupi riflessi sentimentali. Vicino piuttosto all’opera di D. Alonso e V. Aleixandre in questo tentativo di sfuggire, in ultima analisi, alle soluzioni metafisiche di molta poesia pura (J. Guillén, G. Diego), C. si è andato lentamente disimpegnando dalle premesse estetizzanti della sua poesia (Las nubes, Buenos Aires 1943; Como quien espera el Alba, Buenos Aires 1947), dimostrando la propria inquietudine anche in tentativi di prosa poetica (Ocnos, Londra 1942, 2ª ed. accresciuta, Madrid 1949; Tres narraciones, Buenos Aires 1948; Variaciones sobre tema mexicano, Messico 1952) e continuando a esercitare il proprio influsso anche sulla più giovane poesia spagnola, tutta indirizzata verso esperienze realistiche e politico-sociali. C. ha scritto anche interessanti volumi di saggi (Estudios sobre poesía española contemporánea, Madrid 1957; Pensamiento poético en la lírica inglesa, Messico 1958; Poesia y literatura, Barcellona-Messico, 1960) e ha tradotto Hölderlin (Messico 1942) e il Troilo e Cressida di Shakespeare (Madrid 1953). In Spagna si è stampata recentemente un’opera di poesia di C., Poemas para un cuerpo, Malaga 1957, e nel Messico è apparsa nel 1958 una nuova ed. accresciuta di La realidad y el deseo. Poesie di C. tradotte in ital. da O. Macrì in Poesia spagnola del Novecento, Parma 1952.
Poesie di LUIS CERNUDA
SE L’UOMO POTESSE DIRE
Se l’uomo potesse dire ciò che ama,
se l’uomo potesse levare al cielo il suo amore
come nube nella luce;
se come mura che crollano,
accogliendo la verità eretta in mezzo,
potesse abbattere il corpo, lasciando solo la verità del suo amore,
la verità di se stesso,
che non è gloria, fortuna o ambizione,
ma amore o desiderio,
io sarei quel che immaginavo;
quel che con la lingua, gli occhi, le mani
proclama agli uomini la verità che ignorano,
la verità del suo amore vero.
Libertà non conosco se non quella d’esser prigioniero in qualcuno
di cui non posso udire il nome senza brivido;
qualcuno per cui dimentico questa esistenza meschina,
con cui il giorno e la notte sono per me quel che vuole,
e il mio corpo e spirito navigano nel suo corpo e spirito
come legni perduti che il mare solleva o annega
liberamente, con la libertà dell’amore,
l’unica libertà che m’esalta,
l’unica libertà per cui muoio.
Tu giustifichi la mia esistenza:
se non ti conosco, non ho vissuto;
se muoio senza conoscerti, non muoio, perché non ho vissuto.
(da I piaceri proibiti, 1931)
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«Elegía anticipada»
Por la costa del sur, sobre una roca
alta junto a la mar, el cementerio
aquel descansa en codiciable olvido,
y el agua arrulla el sueño del pasado.
Desde el dintel, cerrado entre los muros,
huerto parecería, si no fuese
por las losas, posadas en la hierba
como un poco de nieve que no oprime.
Hay troncos a que asisten fuerza y gracia,
y entre el aire y las hojas buscan nido
pájaros a la sombra de la muerte;
hay paz contemplativa, calma entera.
Si el deseo de alguien que en el tiempo
dócil no halló la vida a sus deseos,
puede cumplirse luego, tras la muerte,
quieres estar allá solo y tranquilo.
Ardido el cuerpo, luego lo que es aire
al aire vaya, y a la tierra el polvo,
por obra del afecto de un amigo,
si un amigo tuviste entre los hombres.
Y no es el silencio solamente,
la quietud del lugar, quien así lleva
tu memoria hacia allá, mas la conciencia
de que tu vida allí tuvo su cima.
Fue en la estación cuando la mar y el cielo
dan una misma luz, la flor es fruto,
y el destino tan pleno que parece
cosa dulce adentrarse por la muerte.
Entonces el amor único quiso
en cuerpo amanecido sonreírte,
esbelto y rubio como espiga al viento.
Tú mirabas tu dicha sin creerla.
Cuando su cetro el día pasa luego
a su amada la noche, aún más hermosa
parece aquella tierra; un dios acaso
vela en eternidad sobre su sueño.
Entre las hojas fuisteis, descuidados
de una presencia intrusa, y ciegamente
un labio hallaba en otro ese embeleso
hijo de la sonrisa y del suspiro.
Al alba el mar pulía vuestros cuerpos,
puros aún, como de piedra oscura;
la música a la noche acariciaba
vuestras almas debajo de aquel chopo.
No fue breve esa dicha. ¿Quién pretende
que la dicha se mida por el tiempo?
Libres vosotros del espacio humano,
del tiempo quebrantasteis las prisiones.
El recuerdo por eso vuelve hoy
al cementerio aquel, al mar, la roca
en la costa del sur : el hombre quiere
caer donde el amor fue suyo un día.
Luis Cernuda
De: «La realidad y el deseo» – 1924- 1962
Recogido en su “poesía completa” Volumen I
Ed.Siruela 1993.
ISBN: 84-7844-185-5 (Del volumen I)
«…El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.»
LC
«Cómo llenarte, soledad…»
Cómo llenarte, soledad,
sino contigo misma…
De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
quieto en ángulo oscuro,
buscaba en ti, encendida guirnalda,
mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
y en ti los vislumbraba,
naturales y exactos, también libres y fieles,
a semejanza mía,
a semejanza tuya, eterna soledad.
Me perdí luego por la tierra injusta
como quien busca amigos o ignorados amantes;
diverso con el mundo,
fui luz serena y anhelo desbocado,
y en la lluvia sombría o en el sol evidente
quería una verdad que a ti te traicionase,
olvidando en mi afán
cómo las alas fugitivas su propia nube crean.
Y al velarse a mis ojos
con nubes sobre nubes de otoño desbordado
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
te negué por bien poco;
por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
por quietas amistades de sillón y de gesto,
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
por los viejos placeres prohibidos
como los permitidos nauseabundos,
útiles solamente para el elegante salón susurrado,
en bocas de mentira y palabras de hielo.
Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
que yo fui,
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
limpios de otro deseo,
el sol, mi dios, la noche rumorosa,
la lluvia, intimidad de siempre,
el bosque y su alentar pagano,
el mar, el mar como su nombre hermoso;
y sobre todo ellos,
cuerpo oscuro y esbelto,
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
y tú me das fuerza y debilidad
como el ave cansada los brazos de la piedra.
Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
y erguido desde cuna vigilante
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres,
por quienes vivo, aún cuando no los vea;
y así, lejos de ellos,
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
roncas y violentas como el mar, mi morada,
puras ante la espera de una revolución ardiente
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.
Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
el sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y su deseo,
la airada muchedumbre,
¿qué son sino tú misma?
Por ti, mi soledad, los busqué un día;
en ti, mi soledad, los amo ahora.
Luis Cernuda Bidon
De: La realidad y el deseo, 1924-1962
Recogido en: Luis Cernuda – Poesía completa, Volumen I
Ed. Siruela 1993©
ISBN: 978-84-7844-185-5 (Del volumen I)
«…Perdidamente te alejas,
dejando erguido al deseo
con sus vagas ansias tercas.»
LC
«Deseo»
Por el campo tranquilo de septiembre,
del álamo amarillo alguna hoja,
como una estrella rota,
girando al suelo viene.
Si así el alma inconsciente,
Señor de las estrellas y las hojas,
fuese, encendida sombra,
de la vida a la muerte.
Luis Cernuda: Lamento y esperanza
«Contempla ahora a través de las lágrimas:
Mira cuántos traidores,
Mira cuántos cobardes…»
«Lamento y esperanza»
Soñábamos algunos cuando niños, caídos
En una vasta hora de ocio solitario
Bajo la lámpara, ante las estampas de un libro,
Con la revolución. Y vimos su ala fúlgida
Plegar como una mies los cuerpos poderosos.
Jóvenes luego, el sueño quedó lejos
De un mundo donde desorden e injusticia,
Hinchando oscuramente la ávidas ciudades,
Se alzaban hasta el aire absorto de los campos.
Y en la revolución pensábamos: un mar
Cuya ira azul tragase tanta fría miseria.
El hombre es una nube de la que el sueño es viento.
¿Quién podrá al pensamiento separarlo del sueño?
Sabedlo bien vosotros, los que envidiéis mañana
En la calma este soplo de muerte que nos lleva
Pisando entre ruinas un fango con rocío de sangre.
Un continente de mercaderes y de histriones,
Al acecho de este loco país, está esperando
Que vencido se hunda, solo ante su destino,
Para arrancar jirones de su esplendor antiguo.
Le alienta únicamente su propia gran historia dolorida.
Si con el dolor el alma se ha templado, es invencible;
Pero, como el amor, debe el dolor ser mudo:
No lo digáis, sufridlo en esperanza. Así este pueblo iluso
Agonizará antes, presa ya de la muerte,
Y vedle luego abierto, rosa eterna en los mares.»
Luis Cernuda
De: «Las nubes», 1937-1940
ISBN:9788475229614
Recogido en: Poesía completa
Ed. Siruela, 1993.
ISBN: 978-84-7844-185-5
Luis Cernuda
Luis Cernuda: Déjame esta voz
«…Sabes bien, recuerdos de siglos,
Como el amor el lucha
Donde se muerden dos cuerpos iguales…»
LC
«Déjame esta voz»
Déjame esta voz que tengo,
Lo mismo que a la pampa le dejan
Sus matorrales de deseo,
Sus ríos secos colgando de las piedras.
Déjame vivir como acero mohoso
Sin puño, tirado en las nubes;
No quiero saber de la gloria envidiosa
Con rabo y cuernos de ceniza.
Un anillo tuve de luna
Tendida en la noche a comienzos de otoño;
Lo di a un mendigo tan joven
Que sus ojos parecían dos lagos.
Me ahogué en fin, amigos;
Ahora duermo donde nunca despierto.
No saber más de mí mismo es algo triste;
Dame la guitarra para guardar las lágrimas.
CERNUDA, Luis Carmelo SAMONA’ (Siviglia 1902 – Città di Messico 1963)-Poeta spagnolo. Impostosi giovanissimo fra i poeti della “generazione del 1925” (Perfil del airex, Malaga 1927, Donde habite el olvido, Madrid 1934), C. visse a contatto dei maggiori maestri della “poesia pura” a Madrid, dove nel 1936 pubblicò un’intera raccolta dei suoi versi, col titolo La realidad y el deseo. Dopo la guerra civile è emigrato prima in Inghilterra (1938-1947) poi negli Stati Uniti (1947-1952), infine nel Messico, e ha continuato la sua attività di poeta e di saggista, insegnando anche in università inglesi ed americane.